20 de junio de 2011

Todos jugamos

Dejadme hoy, nuevamente, hacer un poco de abogado del diablo. Partiendo que estoy totalmente a favor de cualquier movimiento social y reivindicativo como el que actualmente hay de los Indignados también quiero expresar otro punto de vista, en relación a la crisi actual, del que a veces no nos fijamos tanto.

La mayoría de las personas que hoy estamos indignadas, somos como aquellos jugadores de póker que cuando empezó la partida estaban de acuerdo con el sistema, es decir, con las reglas de juego, porque pensaban que saldrían beneficiados con esas reglas de juego. Dicho de otra forma, estaban convencidos que el póker les enriquecería. Estaban convencidos que su suerte haría que después de esa partida de póker ellos tendrían más dinero. En el momento en el que el póker, porque eso podía pasar, les ha quitado el dinero y no les ha dado lo que esperaban entonces les deja de gustar las reglas del sistema. Todos nosotros hemos alimentado el sistema, y cuando hemos visto que enriquecer ese sistema no suponía necesariamente enriquecernos a nosotros mismos, es cuando nos hemos indignado. Nadie obligaba a los ciudadanos a ser propietarios de pisos, ni tan sólo los bancos. Los bancos se ofrecían, a través de su codicia, pero sobretodo a través de la codicia de aquel que veía que aquello que le ofrecía el banco le podía permitir tener con unos ingresos de pobre una vida de rico. El banco te decía: "te daré el 120% y podrás hacer a crédito el piso, el coche, el horno, la lavadora y mil cosas más". ¿Se planteaba esa persona si tenía bastantes ingresos para poder mantener todo eso?. No. Confiaba en su suerte, como en una partida de póker. Pensábamos que a la larga ese piso valdría más, que a la larga tendríamos un mejor sueldo y seríamos más ricos...por lo tanto esta vida de rico que ahora me ofrecen con un sueldo de pobre la podré tener. Participábamos de las reglas del sistema. Ahora nos podemos preguntar: ¿fallaron las reglas del sistema? No, las reglas no fallaron. Las reglas nos dejaban claro que podía ser que sí o podía ser que no.

Por todo ello, creo que también nos hace falta un poco de autocrítica cuando criticamos el sistema sin pensar que parte del sistema también éramos nosotros, que nosotros alimentamos el sistema, que nosotros contribuimos a que el sistema fuera engordando.

Permitidme daros hoy un consejo: Recordemos que nunca nos darán duros a cuatro pesetas.

Eso sí, todos tenemos nuestro grado de culpabilidad en la crisi actual, unos en mayor grado que otros, pero la culpabilidad de unos tampoco exhime la culpabilidad de los otros. Como he comentado en un post de mi amigo Hank, banqueros, gobiernos y demás han propiciado que nos creamos que llegar a la Luna era posible. Y tampoco no caigamos en la trampa de que la culpa es de todos y que no hay responsables.

Y así con todo ésto que hoy os comento llegamos a lo de siempre: ¿cuál es el inicio de nuestro fin? cuando no somos capaces de ser felices con lo que ya tenemos. Siempre queremos más y más y más y ello nos lleva a la desdicha.

Así que queridos blogueros, queridos amigos, recapacitemos y veamos que el mp4 de última generación o la tele de plasma 3D no es lo que verdaderamente nos hará felices.

Magia Potagia


Recuerdo que de niña me quedaba embobada delante de la pantalla del televisor deleitada, a la vez que sorprendida y con curiosidad, viendo los espectáculos de magia. Para entonces, no me preguntaba ni cómo recórcholis lo hacían ni qué truco habían hecho servir. Simplemente creía que era magia, que los polvitos mágicos eran polvitos mágicos y que el conejo salía por arte de magia de la chistera. Dichosa inocencia, verdad? qué mundo aquel en el que vivíamos de niños, en el que siempre había un hueco para las hadas, los gnomos...y como no, la magia.

Pero un día llegó mi adolescencia, y con ella el trabajar los fines de semana en un grupo de animación y de magia de uno de mis tíos. La Lluna se llamaba, y se llama el grupo, porque aún siguen haciendo bolos de tanto en tanto. Y ahí se truncó la "mágica inocencia" al descubrir detrás del escenario que los polvitos no eran los polvitos que imaginaba y que el conejo no salía por arte de magia de chistera sinó porque lo metíamos nosotros. Por un lado, perdí la "mágica inocencia", pero por otro empecé a vivirla desde otra perspectiva. Dejé de ser espectador para pasar a ser parte de esa "magia", ayudando a realizar esos trucos y disfrutando, esta vez, viendo las caras de admiración del pequeño público.

Imaginemos que ahora traspasamos todo esto que he explicado a nuestro día a día, a nuestra vida. De pequeños, nuestra inocencia, nos hace percatar las cosas de nuestro alrededor de una determinada manera. Todo es bello y divertido, la vida es fácil y disfrutamos llenándonos de arena y barro hasta las orejas. Pero de mayores se desvanece esta inocencia, y algunos nos transformamos en gente huraña, desilusionada de la vida. Todo lo vemos negro, pues las cosas ya no nos parecen tan simples. Señores, señoras, giremos la tortilla, no nos hundamos en la desesperación y en lo aburrido de una vida sin gnomos, ni cuentos de hadas. Participemos de ella, haciéndonos cómplices de esos niños y no desmoronando su inocencia y sus ilusiones. De pequeños nos deleitamos con la sencillez de las cosas, de mayores hagamos las cosas sencillas a los niños.

Cada etapa de la vida tiene sus cosas, sepamos aceptarlas, sepamos sacarles su jugo y disfrutemos de ellas. No nos obstinemos en refugiarnos en una determinada etapa, pues tanto disfruta el mago como el niño.

Y hablando de magia aquí os dejo el espectáculo de un mago holandés al que retaron a ver qué era capaz de hacer en 5 minutos. Si os gusta la magia, no os lo perdáis:


2 de junio de 2011

Españistan

Para dar continuidad a los últimos post que he colgado en este blog aquí os dejo un vídeo que considero buenísimo. Aquellos que aún no tengáis claro cómo hemos llegado en este país a la situación actual, a través de este vídeo podréis entender el quid de la cuestión de una manera rápida y fácilmente comprensible. Os recomiendo echarle un vistazo, está muy bien hecho.