23 de noviembre de 2017

Punto de encuentro

El contraste entre el gélido invierno y tu calidez es lo que me hace sentir con fuerzas y ánimos. Esa calidez en forma de arropadores abrazos, indiscretos besos y insinuantes palabras.

No olvidemos nunca la auténtica razón por la que hoy estamos los dos aquí. Nunca más volvamos a silenciar un amor que desde hace tiempo callábamos desgarrándonos el alma y el corazón.

Al final hemos llegado hasta  aquí, sea cuál fuese el camino. Y a partir de ahora, ante cualquier adversidad, igual que el agua siempre encuentra un camino de salida, nosotros también lo haremos.

Shhhhh, no preguntes... Te amo, y punto.

Aquel





Aquel con quién pueda crecer sin límites junto a él,
construyendo siempre el futuro mirando hacia delante,
con las piedras que vayamos encontrando por el camino.

Aquel que sienta cercano, no que quiera ser sólo cercano.

Aquel que me haga sonreír, saltar, correr, cerrar los ojos, imaginar y soñar.

Aquel que ame mis fortalezas tanto como mis debilidades,
que refuerce mis puntos fuertes y crea también en el potencial de mis debilidades.

Aquel que me admire, sin idolatrarme.

Aquel de dulces besos, caricias que electrifiquen y palabras bonitas.

Aquel capaz de encontrar momentos felices en la sencillez de nuestros días.

Aquel que brille aun estando en silencio,
capaz de hablarme sin palabras.

Aquel que me llene, pero no rebose,
que sea una luz, pero sin cegar.

Aquel que me haga soñar,
pero que tenga el coraje de vivir nuestros sueños.

Aquel que solucione conflictos con palabras y gestos,
no con mano dura y reproches.

Aquel que haga temblar los cimientos de mi alma,
que consiga hacer latir como nadie, mi corazón.

Aquel que me haga subir a una escalera y dibujar estrellas en el firmamento.

Aquel que me provoque correr con los ojos cerrados y los brazos al viento entre un campo de girasoles.

Aquel y solo aquel tendrá las puertas de mi entero corazón.







22 de noviembre de 2017

Reflexión navideña




Todavía ni tan siquiera nos está despidiendo noviembre que ya empiezan a dispararnos toneladas de campañas publicitarias navideñas. Las luces cada año las instalan más temprano, las rebajas ya hace tiempo que empiezan antes de Reyes y por si no fuera poco, ahora ¡se inventaron y nos importaron el dichoso Black Friday! Primero era un viernes de rebajas, ahora una semana y pronto será el Black Month hasta acabar bajando a la playa con un trozo de turrón y tomarnos un mojito en el chiringuito a ritmo de zambomba.

Nos venden todas estas campañas de rebajas como si fueran el paraíso, la solución a todos nuestros problemas y para lo único que sirven es para distraernos, ponernos paranoicos por la Navidad antes de tiempo y para comprar regalos inútiles, innecesarios o más regalos de los previstos. Y sino, preguntad hoy a vuestro hijo qué quiere pedirle a los Reyes Magos. O todavía no lo sabe o si ahora te dice lo que quiere como mínimo cambiará dos o tres veces de idea hasta que llegue el gran día. Así que o acabas comprando un regalo que tu hijo ahora ni sabe que pedirá pero que tú lo pondrás sí o sí en su lista de reyes o acabarás comprando más adelante otro regalo extra, que será el que realmente acabará pidiendo tu hijo.

Abramos los ojos y no nos dejemos cegar ni por lucecitas, ni rebajas ni campañas americanas (o de dónde quiera que vengan). Ni esas campañas publicitarias ni esos Black Days nos van a solucionar la vida, ni van a traer la felicidad, la paz y la harmonía ni a este mundo ni a nuestros hogares. 

Reflexionemos, y mucho, sobre estas fiestas. A lo mejor ese niño con estanterías llenas de juguetes que no usa y armarios repletos de disfraces que nunca se ha puesto, lo único que necesita es tiempo para jugar con ellos. Simplemente tiempo libre, para disfrutarlo, con o sin juguetes, con sus padres, sus amigos, sus seres queridos. Montar el belén; adornar el árbol de Navidad; ir a ver la cabalgata de Reyes; comer juntos, sin prisas…

Es por todo ello que cada vez estoy más convencida que los mejores regalos no siempre son los que se abren de un paquete y opto por regalar “momentos” con mis hijos. Una excursión, un museo, una obra de teatro, un concierto, un picnic en un lugar especial, un día en un parque de atracciones,… Estos regalos no llenarán estanterías y armarios, pero seguro que llenarán su corazón, y el nuestro.

17 de noviembre de 2017

Sembremos positividad




En esos días de tormenta, donde parece que todas las fuerzas del planeta se han girado en tu contra.

En esos momentos, en los que las nubes no dejan pasar la claridad.

En esos instantes, en que estás a punto de tirar la toalla.

Son, precisamente en esos días de tormenta, en esos momentos nublados, en esos instantes de posible rendición, cuando el Amor hace resurgir de nuevo el Sol.

Ese amor en forma de esos intensos abrazos, de esas sutiles caricias, de esos dulces besos.

Ese amor de cómplices miradas y gestos desinteresadamente amables.

Abracémonos, acariciémonos, besémonos. Dejemos a un lado odios, rencores y esa apatía que está convirtiendo este planeta, nuestro hogar, en un lugar cada vez más inhóspito, y apostemos por la paz, la harmonía y la comprensión para llegar a ese punto de respeto, empatía y colaboración que hará de todos nosotros mejores personas, mejores habitantes de este planeta que tanto nos ha dado y que tanto le estamos arrebatando.

El odio y el rencor sólo siembra más odio y rencor, un camino sin salida, una perdición para todos. 

El Amor, la Empatía, la Colaboración y el Respeto por cada uno de nosotros y por todo lo que habita en este planeta, son semillas de un mundo y de una sociedad mucho más sostenible, pacífica y habitable para todos y para todo. 

Gaia lo tiene claro. ¿Y tú?