16 de febrero de 2012

Los caprichos del destino



Una tarde conocí a un chico, no sabía si era alto o bajo, rubio o moreno, elegante o andrajoso...qué más da, pero empezamos a charlar...y reímos.

Qué placer haberte podido conocer hace tiempo.

Si cierras los ojos, si te quedas quieto dentro de la cama, te enseñaré una canción que en casa me cantaban para ir a dormir. Habla de un perro, de un señor y de una señora que viven aislados entre yelmos y girasoles y que se protegen de los males humanos con un ejército de animales.

Has visto que en mi no encontrarás discursos bien hablados o discursos bien estructurados, pero sí unos principios claros y firmes, dignos de una mujer que cree tener...sentido común.

Cuántas miradas de complicidad en la pantalla, dedos despistados fregando la espalda por casualidad a través del teclado. Cosquillas electromagnéticas y almas ciber-viajeras.

Inventamos una melodía que se reía de mi y de ti, y de esta historia que nadie sabe si algun día acabará.

Hoy nada de tonterías, seamos dos niños grandes y bailemos al son de los compases del tiempo, al son del tracatá de ese tren que un día nos unió en esta estación.

Aprendimos a amar el fondo de nuestras imperfecciones.

Qué placer haberte podido conocer hace tiempo.

Dicen que a veces salimos adelante, y tanto qué salimos! ya lo has podido comprobar. A veces, cuando más hondo creemos estar, es cuando nos damos cuenta que una simple tontería de golpe nos indica que salimos adelante. Cada uno con su propia vida y contra todo pronóstico conseguimos al fin dar la vuelta a la tortilla y dar con esa carámbola que nos ha hecho salir adelante.

No buscamos quedar bien en la vida, no somos de los que vamos por el mundo con postura de monolito. Simplemente afrontamos la vida mirándola a la cara e intentamos trampear para ser personas dignas, personas ante todo humanas.

Cierra los ojos y siente el mundo en calma. No te preocupes, el perro, el viejo y la vieja, los yelmos y los girasoles seguro te volverán a visitar en la próxima noche estrellada.

Tu y yo hemos bailado a la luz de una farola, volado en una nube de burbujas, hemos cantado a orillas del fuego, hemos buscado cosas similares, hemos tenido la cabeza llena de pajaritos, tu y yo cada uno a su historia.

Qué placer haberte podido conocer hace tiempo.

Más o menos, así como yo, estás enterado de una parte de mi existencia y de las cosas que hago.

En estos momentos te intuyo unos ojos iluminados, donde se intuye la immensidad de todo un mundo a tu alcance.

Creamos en lo que queremos e invertamos con sabiduría los días.

La vida se nos escapa en cada momento, pero igual la vida que nos hemos perdido simplemente no existe.

Y cada año que tengas las velas delante tuya y cierres los ojos para pedir un deseo, búscame en el infinito, que ahí estaré siempre dándote compañía.

Sabemos que en este mundo hay mil aventuras que laten rabiosas, que los guerreros se aburren si no hay un poco de acción. Y tú y yo somos de los que necesitamos de esa pólvora e incluso ya hemos previsto que sólo moriremos si alguien nos clava una daga dorada en el corazón. Y que de donde nos entierren crecerá un fuerte roble.

Pasarán los años y con los años llegará la calma que nos pintará en los ojos una mirada suave. Nos habremos convertido ya en todos unos expertos en tirar adelante. Con el tiempo tu y yo encontraremos un lugar agradable. Los momentos del pasado, al recordarlos nos harán gracia, o nos harán daño. Tal vez no seremos amigos, tal vez nos olvidemos, tal vez no tenga nada que ver con si eres o no eres feliz. A lo mejor dormirás abrazado a una mujer a quien apenas le habrás explicado quien soy. Pero cuando sea viejecita seguiré visitándote en tus sueños, con ese viejo, esa vieja, ese perro, los yelmos y los girasoles.

Qué placer haberte podido conocer hace tiempo.