24 de marzo de 2018

Ante la adversidad, unidos



Que los girasoles buscan la luz del Sol seguro que ya lo sabías, pero, ¿sabías que en días nublados se miran a los ojos los unos a los otros buscando la energía del otro? No se quedan marchitos ni agachan la cabeza, sinó que se quedan unidos, alzados y bellos mirándose. 

La naturaleza nos habla y nos enseña. No importa sino sale cada día el Sol, si nos tenemos los unos a los otros.

21 de marzo de 2018

A la distancia de una mano








Echaré de menos acurrucarte entre mis brazos,
y balancearte de un lado a otro.

Echaré de menos lanzarte entre risas al aire,
mientras tus carcajadas me enseñan esos dientecitos tan preciosos.

Encontraré a faltar apretujarte entre mis brazos cuando te despiertas,
recogerte del suelo tras una caída
o subirme contigo en aquel tobogán que tanto te gusta.

Estaremos a la distancia de una mano,
pero seguiré a tu lado en todo momento,
para besarte, hablarte o compartir unos pasos contigo.

Porque una simple mano nunca podrá separar dos corazones ni dos miradas.

Esta vez será poco tiempo cariño mío,
y sólo te pido nuevamente…paciencia…
porque cuando esto acabe te daré el abrazo más grande del mundo.



6 de marzo de 2018

Tu jardín eterno



Tres recuerdos me dejas grabados a fuego en mi alma.

El primero, tu jardín. Siempre repleto de flores, y tus gritos cuando recibían alguno de nuestros pelotazos. Cómo querías a esas flores, ¡cuánto! y cómo odiaba yo esos pinchazos de los rosales. Una a una, mientras me regañabas, me ibas quitando las espinas de esos nombrosos rosales de tu jardín. Es lo que tenía jugar en tu jardín, el juego solía acabar de tres maneras, con tus gritos al destrozar tus plantas, con la pelota rebentada por los rosales o yo encima de alguno de ellos al ir a recogerla. Pero ¡qué infancia más feliz! y cómo me gustaba ayudarte en verano a regar esas flores con la manguera. La reina de todas, la gran azalea.

El viejo armario de detrás de la puerta de la cocina, dónde siempre guardabas esas galletas y esos retales de papel que usaba con mi hermano y mis primas para dibujar por la tarde. Ayer, mientras tu cuerpo todavía permanecía immóbil y ya sin aliento en tu cama, me quedé un buen rato mirándolo. Cómo es posible que un viejo armario sea capaz de despertar tantos recuerdos y tantas sensaciones.

Y siempre recordaré esos "Gaia, ¿nos hacemos un chocolate?". Cómo disfrutábamos remojando aquellas galletas en aquel chocolate espeso y con grumos que siempre te salía. Pero ¡qué rico estaba siempre! Adoras, bueno, adorabas, el chocolate. Sin lugar a dudas, me transmitiste esa pasión por una buena taza.

Todavía me cuesta hablarte en pasado mientras ahora, ya en casa, observo sentada en el césped, la única herencia tuya que he reclamado y que ahora se encuentra plantada en mi jardín. La cuidaré y regaré, y seguro que recibirá más de un pelotazo, esta vez de mis hijos.

Tus alas hacía ya tiempo que estaban preparadas para volar, y mi corazón hacía ya tiempo que se preparaba para la despedida, una despedida que hoy, acompañándote ya en tu lecho de muerte, y recordando tantas y tantas cosas, ya no me parece tan amarga, porque sembraste, regaste y cuidaste tu jardín y de él brotaron grandes cosas, y con ellas me quedo. Te despido con tristeza, pero a la vez con muy buenos pensamientos y en calma. Hace ya tiempo que querías partir, pero tu cuerpo se resistía, pero al fin has podido volar y descansar.

Sabes que nunca he sido de palabras cariñosas, ni tú tampoco, porque siempre hemos creído que el amor no se mide por tequieros sinó por las miradas, los actos y las sensaciones. 

Estarás siempre en cada flor de mi jardín. Te quiere, tu nieta, la de las piernas marcadas por los rosales, la que adora el chocolate a la taza.


Puedes llorar porque se ha ido,
o puedes sonreír porque ha vivido.
Puedes cerrar los ojos
y rezar para que vuelva,
o puedes abrirlos y ver todo lo que ha dejado;
tu corazón puede estar vacío
porque no lo puedes ver,
o puede estar lleno del amor
que compartiste.
Puedes llorar, cerrar tu mente, sentir el vacío y dar la espalda,
o puedes hacer lo que a ella le gustaría:
Sonreír, abrir los ojos, amar y seguir.

(Poema tradicional escocés)


1 de marzo de 2018

Sueños

A veces me despierto de madrugada con tu nombre invadiendo mi cabeza, desconcertada, desorientada, como si acabaras de estar a mi lado. Haces que mi corazón lata tan rápido que mi pecho se queda pequeño.

A menudo me recorre este sueño tan extraño, lo siento como si fuera real, pero el amor a veces transforma lo que vemos, hasta tal punto en que nos cuesta distinguir entre lo que es y lo que querríamos. 

¿Qué es más sueño, el que viene de imprevisto cuando cierras los ojos o el que tienes con los ojos abiertos? ¿Con cuál me quedo? ¿A cuál hago caso? Difícil elección esta de los sueños...

Es que si la vida es sueño, tú eres mi vida, y yo quiero seguir soñando contigo .