Hay personas que no lo saben, pero lo son. Y están por todas partes. Son de esas personas que escupen mierda por su boca como aquel que se tira un eructo después del biberón, y se quedan tan anchos.
Personas que opinan de todos y de todo sin conocer, sin antes ni tan siquiera haberse mínimamente interesado. Que sólo tienen palabras negativas para todo el mundo. Que si haces mala cara, que si te veo más gorda, que si cómo has envejecido, que si qué desastre eres… Y siempre son los lumbreras, los del “lo que tienes que hacer es…” o los del “ya te lo decía yo…”. Los que además si algún día les replicas te soltarán aquello de “uy, sí que tienes la piel fina”. Son aquellos que nunca te preguntarán “qué tal?” y menos aún se interesarán por ti, porque ellos siempre están peor o sus “tragedias” son siempre más graves.
Aquellos que te clavan el cuchillo sin ni siquiera darse cuenta que te han herido, y se marchan tan panchos para casa.
Siempre te harán dudar de lo que haces, porque, claro, ellos siempre harían las cosas mejor que tú. Y si alguna vez haces algo mejor que ellos nunca lo reconocerán, aunque les duela.
A veces los tienes viviendo bajo tú mismo techo y te dejarán perlas como “me sorprendes, con lo listo que pareces y esto no lo entiendes” o “nadie te querrá como yo” o “sabes que yo siempre deseo lo mejor para ti”, mientras su complejo de superioridad te hará dudar cada día más de ti mismo, te confundirá y te hará bajar, día tras día, un poquito más al fondo si no te das cuenta a tiempo.
Son ellos, los tóxicos, personas que se sienten a gusto siendo como son, y haciendo lo que hacen, viviendo como piconadoras, soltando veneno por su boca diariamente, con toda esa tranquilidad. Personas que nunca realizarán una autocrítica, que nunca irán con cuidado a la hora de decir las cosas ni con el tono en que las dicen. Sus palabras son siempre flechas envenenadas y su empatía es cero.
A mi buscadme alrededor de gente que te pregunta cómo estás, y que encima, se quedan a escucharte, no de aquellas que se quedan sólo en la superficialidad y la mirada por encima del hombro, y que además nunca escucharán ni aceptarán puntos de vista distintos.
Nunca es tarde para hacer limpieza en tu vida.