
La mayoría de las personas que hoy estamos indignadas, somos como aquellos jugadores de póker que cuando empezó la partida estaban de acuerdo con el sistema, es decir, con las reglas de juego, porque pensaban que saldrían beneficiados con esas reglas de juego. Dicho de otra forma, estaban convencidos que el póker les enriquecería. Estaban convencidos que su suerte haría que después de esa partida de póker ellos tendrían más dinero. En el momento en el que el póker, porque eso podía pasar, les ha quitado el dinero y no les ha dado lo que esperaban entonces les deja de gustar las reglas del sistema. Todos nosotros hemos alimentado el sistema, y cuando hemos visto que enriquecer ese sistema no suponía necesariamente enriquecernos a nosotros mismos, es cuando nos hemos indignado. Nadie obligaba a los ciudadanos a ser propietarios de pisos, ni tan sólo los bancos. Los bancos se ofrecían, a través de su codicia, pero sobretodo a través de la codicia de aquel que veía que aquello que le ofrecía el banco le podía permitir tener con unos ingresos de pobre una vida de rico. El banco te decía: "te daré el 120% y podrás hacer a crédito el piso, el coche, el horno, la lavadora y mil cosas más". ¿Se planteaba esa persona si tenía bastantes ingresos para poder mantener todo eso?. No. Confiaba en su suerte, como en una partida de póker. Pensábamos que a la larga ese piso valdría más, que a la larga tendríamos un mejor sueldo y seríamos más ricos...por lo tanto esta vida de rico que ahora me ofrecen con un sueldo de pobre la podré tener. Participábamos de las reglas del sistema. Ahora nos podemos preguntar: ¿fallaron las reglas del sistema? No, las reglas no fallaron. Las reglas nos dejaban claro que podía ser que sí o podía ser que no.
Por todo ello, creo que también nos hace falta un poco de autocrítica cuando criticamos el sistema sin pensar que parte del sistema también éramos nosotros, que nosotros alimentamos el sistema, que nosotros contribuimos a que el sistema fuera engordando.
Permitidme daros hoy un consejo: Recordemos que nunca nos darán duros a cuatro pesetas.
Eso sí, todos tenemos nuestro grado de culpabilidad en la crisi actual, unos en mayor grado que otros, pero la culpabilidad de unos tampoco exhime la culpabilidad de los otros. Como he comentado en un post de mi amigo Hank, banqueros, gobiernos y demás han propiciado que nos creamos que llegar a la Luna era posible. Y tampoco no caigamos en la trampa de que la culpa es de todos y que no hay responsables.
Y así con todo ésto que hoy os comento llegamos a lo de siempre: ¿cuál es el inicio de nuestro fin? cuando no somos capaces de ser felices con lo que ya tenemos. Siempre queremos más y más y más y ello nos lleva a la desdicha.
Así que queridos blogueros, queridos amigos, recapacitemos y veamos que el mp4 de última generación o la tele de plasma 3D no es lo que verdaderamente nos hará felices.