31 de mayo de 2017

Deprisa



En ocasiones la vida coge tal velocidad que hasta se te hace dificultoso coger el aire necesario para poder respirar con normalidad. Notas como se te oprime el pecho hasta tal punto que sufres esa desagradable sensación que te vas a ahogar. Intentas inspirar fuertemente, una y otra vez, en busca de  ese aire. Pero no puedes, la velocidad te lleva, el diafragma lo tienes encogido, y empiezas a temer que esa vertiginosa velocidad sólo finalizará con una interminable caída al vacío.

Vas subida en ese tren de la vida, viendo pasar todo tan deprisa a tu alrededor. Todo pasa tan rápido que se te hace incontrolable. Intentas anclar la vista en algún punto, con la única intención de detener un instante, de poder ni siquiera contemplar una parte de tu alrededor con algo más de tranquilidad y así poder disfrutar de su experiencia. Pero no. No lo consigues y el tren no para, cada vez más acelerado, hasta que al final te levantas, vas hacia la puerta y bajas el freno de mano.

Hasta aquí hemos llegado queridos compañeros de viaje. Yo me bajo aquí. A partir de ahora, sigo mi trayecto, caminando.




A menudo el día a día, nuestros trabajos, nuestras obligaciones, nuestra familia... nos absorbe de tal manera que los días se nos pasan volando y sino somos capaces de parar de tanto en tanto en alguna estación, llegaremos al fin de nuestros días habiendo deseado haber hecho todo de otra manera. Y no hay mejor manera de vivir esta vida que ser consciente de ella en todo momento.

Quien mucho corre acaba por tropezarse. Así que, querida Gaia, sin pausa, pero sin prisa.


16 de mayo de 2017

No te mientas Gaia


No te mientas Gaia, ni cuando abriste ni cuando reabriste este blog lo hiciste con la intención de explicar las vivencias de tu alrededor, sinó las tuyas, aquellas tan profundas que ni la mejor de las excavadoras lograría alcanzar. Un blog escrito en primera persona, capaz de disparar al exterior proyectiles llenos de esas partículas que habitan en tu mente y, sobretodo, en tu a veces tierno, a veces frío, corazón. Para algunos, esas locas partículas, para otros esas cuerdas partículas y, para la gran mayoría, esas desconocidas partículas. No olvidéis, cuánto más aprendo, menos sé. Cuánto más hurguéis en mí, menos sabréis. De apariencia senzilla, de fondo complejo e impredecible, incluso para mí misma.

A veces somos lo suficientemente valientes como para enfrentarnos a un león a sabiendas que sólo disponemos de un tirachinas, y otras tantas, somos lo suficientemente débiles como para no ser capaces de entrar en la cancha ante una diminuta hormiga armados de un tomahawk. ¿Será que no sabemos distinguir entre leones u hormigas? o ¿será que el corazón todo nos lo distorsiona? ese mismo corazón que a veces nos hace débiles, a veces fuertes.

¿Serán los efectos del tumor, o el encontrarme limitada físicamente, lo que ha conseguido abrir mi mente hacia pensamientos que hasta ahora restaba importancia y que no me llamaban la atención hasta hace escasos días? o simplemente será, esa obstinada manía mía de tener siempre la mente abierta a todo y a todos. Todo lo malo trae consigo su parte positiva, nunca lo he dudado. ¿Por ello se me considera positiva? Llamadlo cómo querais, pero siempre ha sido mi manera de interpretar las cosas.

Y ¿qué pensamientos me han rondado estos días? Algun que otro lector que me conoce más profundamente dibujará una pequeña (o grande) carcajada. Otros pensarán que sí, que definitivamente se me está yendo la razón, esa misma razón que a veces nos tapa el corazón. Pero oye, se dice que la locura se pega.

Y hoy, hasta aquí podeis leer...