Cuando dejamos tranquila a la naturaleza, florece en todo su esplendor.
La experiencia de estos últimos meses en relación a este delta nos ha demostrado tres cosas. La primera, que tenemos a tocar de la mano espléndidos espacios naturales que muchas veces desconocemos. Muchos de ellos en las mismas ciudades.
Lo segundo, que cuando dejamos de actuar en los espacios naturales, éstos tienen una gran capacidad para volver a autoregularse.
Y lo tercero, que fenómenos naturales como el Gloria o pandemias como la Covid no hacen más que devolver el equilibrio. Lo que es malo para la civilización puede no serlo para la naturaleza. A veces el planeta nos tiene que dar un toque de atención para que reaccionemos, y ¡benditos sean!.
Ojalá esta experiencia se extendiera por todos esos lugares dónde la intervención humana los ha empequeñecido. Para la protección y recuperación de este delta, no vamos a rendirnos
El Delta de la Tordera: el paraíso inesperado