Viví decenas de miradas que me hicieron sonreir y unas cuantas que me desnudaron el alma.
Dejé ir algún "te quiero", de los que sabiendo que quien tenía delante no me quería a mí.
Me he llenado de muchos abrazos inolvidables, algunos de ellos ya irrepetibles porque esas personas ya no están.
He tenido que perdonar y también decir "lo siento".
Sigo viviendo muchas noches en vela, días viviendo sonámbula deseando que llegue nuevamente la hora de volver a meterme en la cama. Pero me recompensan cada noche en vela con miradas tiernas, besos que te hacen volar hasta las nubes y más allá, y momentos llenos de amor en mayúscula.
He sobrevivido a veranos sofocantes, de esos que no aguanto, a inviernos gélidos de los que me gustan, primaveras llenas de esplendor y otoños melancólicos.
He tenido que atravesar muchas tormentas a solas, pero muchas otras acompañada.
A veces pienso que he llorado menos de lo que debería haber llorado.
He desparramado cientos de carcajadas de esas que hacen que te falte el aire, pero también sonrisas de aquellas que llamo "de compromiso".
Sigo teniendo deseos de infancia sin cumplir, pero muchos más que he conseguido ir haciendo realidad, eso sí, con mucho esfuerzo, tozudería y perseverancia... e inteligencia y pillería.
Me dieron muchos consejos que no supe comprender hasta mucho más tarde. No siempre los consejos consiguen el efecto deseado en el momento que se dan, necesitan ser masticados e experimentados para llegar a entenderlos totalmente y así aplicarlos.
Hay camas dónde me hubiera gustado poder despertar, pero jamás me desperté en ninguna dónde no quisiera estar.
Hay errores que volvería a cometer una y otra vez, y sólo de unos cuántos me arrepiento, y no mucho.
Por el cuerpo me han recorrido escalofríos, lava, cosquillas y sudor.
¿Cuántas películas he debido ver? ¿cuántas canciones escuchar? ¡y de qué pocos nombres de personajes, cantantes y títulos consigo recordar! Será que me fijo más el contenido que el contenedor.
Pasé decenas de tardes en el parque con los amigos, de esas tardes que recuerdo ahora con mezcla de alegría y de melancolía.
Viví adioses amargos, de los que nunca quise despedirme en realidad, pero también viví adioses deseados.
Me quedaron tantas cosas por decir que nunca diré y tantas que me tendría que haber callado...
¿He dicho viví, pasé, ví, escuché, perdoné, no perdoné, tuve...? ¡Gaia! ¡sigues viva! así que no digas "viví, pasé, ví, escuché, perdoné, tuve..." habla y vive en presente continuo. Yo estoy viviendo, tu estás viviendo, él está viviendo...