En la tranquila noche de primavera, bajo el embrujo de la luna de abril, dos amantes se encontraron en un bosque encantado. Los árboles altos y majestuosos formaban un refugio natural, filtrando la luz plateada de la luna que danzaba sobre el suelo del bosque. Sus corazones, ya sincronizados, latían con una armonía perfecta.
Se acercaron, sin palabras, solo con miradas que decían más que cualquier discurso. El murmullo suave de las hojas y el canto de los grillos creaban una sinfonía que solo ellos podían escuchar. Sus manos se encontraron, los dedos juguetones dibujando caminos invisibles sobre la piel del otro.
El tiempo parecía detenido, cada segundo una eternidad. Los sonidos del bosque, combinados con la brisa nocturna a la orilla del lago, creaban una atmósfera mágica. Era como si el mundo entero hubiera desaparecido, dejándolos solos en este momento tan íntimo.
El silencio entre ellos estaba lleno de significado. No necesitaban palabras para entenderse, sus corazones ya lo habían dicho todo. Con cada beso, cada caricia, sentían que la magia del bosque los envolvía, uniéndolos en un amor profundo y eterno.
Y así, bajo el hechizo de la luna y el bosque, independientemente de lo que el futuro les deparara, ese momento sería suyo para siempre, un tesoro guardado en sus corazones. 🌲🌙
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