30 de enero de 2017

Si se te cierra un atajo, afronta las curvas



La vida es limitada, sobretodo para alguien como yo que no cree en el "más allá", aunque no negaré que me gustaría creer en ello, sería como mínimo consolador en cierto modo. Pero para alguien de ciencias como yo, todavía tiene que llegar aquella persona que me convenza de ello. Así pues, la vida es limitada. Nace cuando salimos del vientre de nuestra madre y finaliza el día que nuestro corazón deja de latir y exhalamos nuestro último aliento.

Además, día a día se nos presentan límites que, como inconformista y luchadora que soy, por mucho que finja no ver, están ahí, y si no me queda otra que asumirlos, siempre he creído que eso también me ha hecho crecer.

Asumir nuestros límites tiene un punto doloroso, pero también liberador. Te permite cerrar una página para abrir otra nueva. Y aprendes a dejar de lamentarte por lo que pierdes y centrar tus fuerzas en todo lo demás que está a tu alcance.

Los malos días te enseñan a vivir con más alegría los buenos. El miedo a morir hace que se pierda el miedo a vivir.

Cuando se te cierran los atajos, no te queda otra que afrontar las curvas.

Así que venga, vamos, coge fuerte el volante, llena el depósito de gasolina, quema caucho y deja bien abierta la ventanilla para no dejar pasar cada esencia que te regalará el camino.

Siempre positiva, hasta el final.

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