21 de marzo de 2022

Activista de la vida

 

 

La ingenuidad de la juventud nos hace pensar que la humanidad cambiará y nos convertimos en activistas de la vida de una forma impulsiva e incluso me atrevería a decir, en muchos casos, ciega. 

Más tarde reprochamos. Reprochamos al mundo por no cumplir sus promesas y aquella ingenuidad y aquella fuerza va disminuyendo con los años, dando paso a la templanza, la serenidad, a la madurez. Y empiezas a hacer las cosas con el corazón y no tanto con el impulso y la bilis. Dejas de pretender cambiar el mundo para pasar a querer cambiar tu entorno más immediato. Porque entiendes que los pequeños cambios son poderosos, y que granito a granito se hace una montaña. 

Así que, sin prisa pero sin pausa, y con esas serenidad y templanza que te regalan los años, te comprometes no a salvar el mundo entero sinó a mejorar la vida de las personas de tu entorno, incluso la tuya misma. 

Piensa globalmente, actúa localmente.

 

 

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