¿Cuántas veces habremos estado en una situación incómoda y hemos deseado huir tan rápido como fuese posible?
Esa incomodidad te muestra algo que temes, o que desconoces o que rechazas, o a lo mejor tu inseguridad. Y es precisamente en esos escenarios, en los que de buenas a primeras temes adentrarte, dónde también puedes ganar en experiencia, en nuevas oportunidades. Porque si sólo te mueves por terreno cómodo, sí, tu vida parecerá más tranquila, fácil, pero sin más aprendizajes.
Tú eliges: adentrarte en las incomodidades o huir de ellas. Darte nuevas oportunidades para descrubrir nuevos hallazgos y crecer o seguir en tu zona de confort.
No, no se trata de lanzarse a la piscina sin agua, de ser una kamikaze. Se trata de darte la oportunidad de descubrir cosas nuevas. De crecer, de evolucionar. Porque el crecer también puede suponer dolor e incomodidad.
La incomodidad es como la ira o la tristeza de la que hace un tiempo hablaba. No debes dejar que te controle la vida pero sí aprender a bailar con ella y a sacar la parte de crecimiento. Retarte.
¿Qué tal si bailamos también en una pista incómoda?
Buenos días verdecill@s.