6 de mayo de 2022

Tristeza

 


Que siempre intente ver el vaso medio lleno y no medio vacío no significa que nunca tenga que bailar con la tristeza. No, no es agradable sentirte perdida en la pista de baile, triste, sin saber muy bien qué hacer. Tú al ritmo de ella, la tristeza, esa tristeza que a veces se nos presenta más grande y presente que nunca, que nos llega a invadir hasta el último recodo de nuestro cuerpo y alma. 

Y le das la mano y aceptas el baile. Dejas que te abrace, te entregas a ella, sin resistencia. Es sólo bailando con ella y dejándole su espacio que conseguirás que pase y que no acabe invadiendo toda la pista de baile. Que pase no significa que desaparezca sin más, sinó que acabas transformándola, transformándola en amor, en aprendizaje.

Porque bailar con la tristeza es también un gran apredinzaje, para nada agradable, pero imposible evadirse de ella en toda una vida. Y es bailando con ella que cada vez aprecias más lo que tienes y así, aunque no lo creais, de ella también nace el amor más grande, real y vital.

Pero no, nunca me fue fácil aceptar su baile, y ahí me refugiaba, entre amazijos de cientos de capas de hielo.  Si no te implicas, no sufres. Pero si no te implicas, no vives en mayúsculas. Y así un día decides derretir esos témpanos de hielo y te das cuenta que sinó vives la tristeza nunca podrás tampoco vivir el amor en todo su esplandor. Todo tiene su riesgo, y vivir en plenitud significa precisamente eso. Vivir también la tristeza para vivir el amor. 


 

No hay comentarios:

Publicar un comentario