A veces, sin darnos cuenta o sin querer admitirlo, nos adentramos en un pozo. Y, simplemente al tomar distancia de aquello que nos consume, podemos ver las cosas desde otra perspectiva y actuar con mayor conciencia.
Dejar de actuar por inercia y empezar a hacerlo desde nuestro poder personal implica liberar emociones negativas como la ira, el miedo, la vergüenza y la culpa. Así, podemos recuperar todo lo positivo que nos rodea: la alegría, la motivación, las ganas de explorar y el equilibrio entre la razón y el corazón.
Y simplemente apartándote, tomando distancia, de aquello que te abduce en ese momento, eres capaz de ver las cosas de otra manera y a volver a ver las cosas y actuar más conscientemente, incluso con aquello que te provocaba en aquel momento la "oscuridad".
Apartarse para verlo todo des de otra perspectiva y volver a liberarte de aquello que te dañaba. Sí, así describiría el proceso que he estado viviendo estos últimos días.
Dejar de actuar por la fuerza y volver a hacerlo des del poder, tu poder. Sacar la ira, el miedo, la vergüenza, la culpa... y volver a hacer que recupere su terreno todo aquello que era positivo para mí y para mi alrededor, la alegría, las ganas, la motivación, las ganas de explorar, el equilibrio entre la razón y el corazón...
Tomar distancia nos permite comprender nuestras emociones y pensamientos, identificar esos patrones que nos limitan y abrir nuevas puertas, tus nuevas puertas.
En mi caso, tomar distancia me está permitiendo ver que mi corazón se obsesionó, e hizo perder el control a la razón, esa razón que siempre me había ayudado a mantener el equilibrio.
Mi corazón se desbocó.
Y al dejar que el
corazón dominara, perdí la capacidad de ser "egoísta" de manera
saludable, lo que me llevó a autolesionarme y a sentirme culpable. La
culpa no provenía tanto de mis acciones, sino de cómo las interpretaba y
cómo permitía que la otra persona me influyera. No me dañaba ser
egoísta, me dañaba no aceptar que podía serlo. ¿Por qué no?
Aprendí nuevamente a que no debo dejar mi poder, a que no debo dejar que nadie me pisotee ni use su fuerza para doblegarme o para hacer sentirme mal. No es culpa del otro, es mi responsabilidad por permitir que mi poder sea menospreciado.
Y hoy me volví a levantar eufórica, alegre y con ganas de revolotear con mis alas por esta colorida primavera.
Ahora el verdadero reto es mantener esta "perspectiva".
Buenos días, vedecill@s.