21 de junio de 2009

El Lobo, la Niña y la Luna

Tengo la gran suerte de conocer a un hombre que tiene un magnífico don, y ese don es el de la escritura. Y hoy quiero compartir uno de sus escritos, un escrito por el que fluye sentimiento en cada palabra:

EL LOBO, LA NIÑA Y LA LUNA

Cuentan, que hace mucho, mucho tiempo, existió un lobo que vagaba libre por sus bosques cada vez que caía la noche, y tan sólo seguía la luz de plata del influjo lunar. Ese lobo vagaba sólo cada noche, cuan fantasma que camina entre susurros de un cántico nocturno, recordando una vida pasada en la cual tuvo una manada, los únicos hermanos que conoció, su única familia, la cual estaba simbolizada por una cruz negra. Esta familia era un gremio de caballeros templarios que fueron excomulgados y perseguidos como herejes, pues descubrieron una verdad que estaba oculta al mundo...

Aquella verdad era que el sustento y la bondad del mundo estaba guardado en el corazón de un grupo de brujas, las cuales estaban fuertemente enlazadas con la tierra y sus elementos. En un primer intento pudieron caminar entre los hombres y mujeres del mundo no mágico, y les guiaron durante mucho tiempo... les mostraban el futuro, les aconsejaban y les mostraban las maravillas de la magia... pero un día, un sádico loco en nombre de la iglesia empezó a perseguirlas para quemarlas en la hoguera, a ellas y a todo aquel que tuviera algo que ver con ellas.

Los caballeros de la cruz negra, dejando de lado la luz que aquellos días estaba corrupta, abrazaron la oscuridad de sus corazones e hicieron un solemne juramento, en el cual protegerían con sus vidas, hasta su último aliento a todas y cada una de estas brujas. Poco a poco, fueron cayendo uno a uno, tanto brujas como caballeros, hasta que sólo quedó un caballero... el más joven de todos, el cual hizo el juramento con una de las brujas mayores y más poderosas. Fueron acorralados, y entre la espada y la pared, el caballero tuvo que hacer uso de la última cláusula de su juramento: "si tan sólo queda una de las brujas, y van a matarla, deberás acabar tú con su vida, para que esa bruja pueda resurgir de las cenizas con el paso del tiempo"

Así pues, el caballero de la cruz negra, hizo uso de la magia innata en él e incineró a su bruja con su llama heladora para que no sufriera la punzada de la espada, haciéndole un juramento antes de acabar con su desdicha "te buscaré, por más tiempo que pase, y juntos viviremos una vida feliz". Como castigo por haber impedido el asesinato de la bruja, el inquisidor loco lo torturó hasta su muerte, lo que nadie sabe, es que su muerte, llegó tras más de mil y una noches de intensa agonía y dolor; pero aún así, ni todo el dolor que pudo soportar era mayor que el dolor de haber tenido que quitar la vida de la mujer a quien más amaba...

Tras un tiempo en el purgatorio, el caballero regresó a la vida, muchos siglos después de aquello... las brujas habían vuelto a la vida, pues gracias a él se les otorgó otra oportunidad, otra vida, y el caballero de la cruz negra, siendo ahora un lobo, descubrió que en su cuerpo había cuatro runas extrañas, que empezaron a quemarle y abrasarle el cuerpo un día que para él era como un día cualquiera, pero en realidad era el primer día del resto de su vida, aquel día del final del tercer mes del año en el que estaba, nació una niña...

Cada noche, instintivamente, el lobo buscaba el lugar en el cual residía la niña, como si un antiguo pacto de caballero oscuro los hubiera unido... la había visto en sueños muchas veces, pero nunca en su vida real, la luna fue testigo tanto del amor que sentía ese caballero oscuro por su bruja como del lamento que ahora acarreaba ese lobo por no encontrar a la dueña de su corazón... pero en el fondo de su ser él sabía que cada noche debía correr hacia el norte y ocultarse durante el día, hasta que finalmente, años después... habiendo encontrado a un compañero de viajes, paseando por las tierras del norte, encontraron a una niña de cabellos casi níveos que se había perdido y lloraba desconsolada porque se sentía sola y asustada. El lobo se acercó y la niña enseguida reconoció algo en él, como si lo conociera de una vida pasada, y tras haberse conocido durante una charla en la cual se detuvo el tiempo para ambos, la niña le prometió lo siguiente "siempre seremos amigos, siempre estaremos juntos". Los lobos acompañaron a la niña hasta su casa con la esperanza de que la volverían a ver al día siguiente...

Pero llegó el día siguiente, y la niña no apareció, ambos lobos esperaron durante día y noche, pero la niña seguía sin aparecer, el lobo compañero le dijo que tenía que marcharse, pues él sólo estaba de paso... le preguntó e incluso le aconsejó que le acompañara pues él tenía una manada y encontraría su sitio entre ellos. Pero nuestro lobo tan sólo le dijo "ella prometió que siempre estaríamos juntos" dejándole claro a su compañero que la esperaría aún. Pasaron los días, y la niña no aparecía, la luna estaba en lo alto y con sus rayos de plata guió al lobo hacia otro lugar...

Durante años el lobo corrió, aulló, lloró, ladró, gruñó y recorrió valles, montañas, prados, bosques y mares... preguntó aquí y allá y todo aquel a quien le preguntaba le decía que abandonara su búsqueda pues seguramente esa niña ya estaría muerta y sería tan sólo un sueño que tuvo. El lobo entristeció y la luz de sus ojos amarillos ennegreció, perdió el deseo de amar a nadie más y se limito a observar desde lejos el mundo que le rodeaba... sin embargo, algo hacía que cada noche recorriera largas distancias las cuales terminaban en un cántico hacia la luna y las estrellas en requiem por aquella niña, que sin quererlo, con su sonrisa tan cálida e inocente robó el corazón del lobo...

Y una noche... la luna, enternecida por el dolor del animal, le preguntó "¿por qué aullas lobo?", "porque me siento vacío" replicó el lobo, "por qué te sientes vacío?" volvió a preguntar la luna, y él le contestó "porque mi niña, aquella que me prometió que siempre estaríamos juntos me abandonó", la luna sonrió melancólicamente y abrió los ojos del lobo "pero aún así, tú no pierdes la esperanza y en el fondo de tu corazón la sigues buscando, pues sabes que está viva y que está esperando en algún lugar", por una vez en muchos años, el lobo lloró de felicidad, pues la luna, le mostró que su corazón y su instinto no estaban equivocados, esa niña no estaba muerta, ni fue un efímero sueño, esa niña también le buscaba y en el fondo le esperaba. Y entonces el lobo le preguntó "cómo sabes que mi corazón está en lo cierto?", "porque yo le envío tus aullidos y tus suspiros de amor cada noche"...

Y desde aquella noche, oculto en un manto de oscuridad aún mayor, el lobo recorrió las tierras hasta el oeste, instintivamente, no sabía la razón, pero sabía que ese era la senda que debía seguir. Se encontró con una jovencita de cabellos negros como la noche y una sonrisa que le robó el corazón haciéndole ver que nunca lo perdió. Sin saber por qué, esa jovencita llamó la atención lo suficiente como para hacer que el lobo se olvidara de su búsqueda, había algo en ella que le resultaba muy familiar, y una noche... la niña le contó al lobo que rompió una promesa años atrás, la promesa que le hizo a un lobo de que siempre estaría con él y que sus cabellos eran casi níveos por aquel entonces...

El lobo le demostró que él era aquel animal con el que hizo la promesa, y entre lágrimas de felicidad y a la vez de amargura, ambos se reconocieron y se abrazaron, él había encontrado a su ama y dueña, y ella había encontrado a su protector. Todo fue un idílico sueño durante un breve lapso de tiempo, pero un día las discusiones entre ambos comenzaron, y la jovencita le pidió al lobo que se alejara de ella, que ya volvería a buscarle cuando ella lo viera conveniente, pero que aún así, se alejara todo lo posible pues no quería ni verlo...

Desde entonces... el lobo, recorre las sendas nocturnas, para llegar al punto más alto donde casi puede tocar la luna, y antes de la medianoche le aulla 7 veces, una por cada año que le costó reencontrarla de nuevo. Su aullido estaba cargado de dolor, sufrimiento, frustración y amargura, pues el lobo, en ese breve lapso de tiempo se dió cuenta, que su corazón pertenecía a la que ahora era una jovencita. Cada noche el lobo la esperó pacientemente, sentado en su roca de siempre, mirando al horizonte, y aullando a la luna y las estrellas cuando ésta primera estaba completa...

Las horas, los minutos, las noches, los años y quién sabe cuánto transcurrió... de hecho nadie puede asegurar cuál fue el final de esta historia, pero todos aquellos que conocemos la historia, sabemos, que el lobo la esperó pacientemente, obedeció la petición de su ama, y nunca jamás dejó de amarla cada instante con más fuerza, pues sabía, que su auténtica felicidad estaba con ella, pues sabía que su otra mitad, la única forma de sentirse completo y sin vacío, era el amor de su niña...

Dicen... que la noche del 29 de marzo, y la del 31 de julio, antes de que llegue la medianoche, si se presta atención y se escucha con el corazón, conociendo el verdadero sentimiento del amor... los siete aullidos del lobo se escuchan en el murmullo del viento, como una canción de cuna que es acompañada por el tintineo de las estrellas y arropada por la luz de la luna en las noches más frías...

"Mi corazón seguirá bombeando por ti hasta que el último aliento de mi alma se lo lleve tu nombre..."

Autor: Juan

Gracias querido amigo por estos relatos.

2 comentarios:

  1. que hermosa historia es muy interesante y muy conmovedor

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  2. PRECIOSO ME ENCANTA ERES UN MAGNIFICO ESCRITOR ME ENCANTARIA LEER MAS RELATOS COMO ESTE =D

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