20 de febrero de 2022

A pasos de niño

 


Aprendo de sus miradas no contaminadas, de los colores en los que enfocan la vida. 

Aprendo de sus cabecitas en ebullición, de esas cabecitas tan creativas. 

A veces me explican cosas que yo no veo o me ofrecen la mirada desde un punto de vista diferente.

Me muestran que no siempre hay una única explicación a todo.

Qué gran riqueza te aporta la infancia y qué gran interés muestran en todo aquello que les rodea. No fijan la mirada sólo en un punto, al frente y hacia delante, sino en todo su alrededor, arriba, abajo, derecha, izquierda y a dentro.

Muchas veces no tengo respuestas a sus preguntas, sólo los que tenéis la gracia de tener niños a vuestro lado descubriréis que pueden hacerte hasta la pregunta más inverosímil. Pero lo importante no es tener las respuestas sino planteártelas, y ellos hacen que te las plantees, contínuamente.

Otras veces son ellos los que responden a mis dudas, con su sencillez y su mente no contaminada.

Sus ganas por conocer, por saber, por aprender, me impulsan también a mí como si fueran una palanca en mi vida. Son mi catapulta.

No tengo ni idea de lo que nos deparará el futuro, pero estoy orgullosa y feliz de acompañarlos en toda esa riqueza que les (nos) aporta la infancia.

¿He dicho que aprendo? No. Me recuerdan lo que ya conocía, lo que ya vivía, y que un día olvidé. 

Gracias por enseñarme a recordar y a reiniciar.

 

 

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