Volar. Quién no ha imaginado volar cuando las cosas no te van bien. Extender los brazos, cerrar los ojos y empezar a revolotear por las habitaciones de tu celda marcando círculos con los brazos. Como aquella niña que en su infancia juega a ser una aviadora que surca los cielos en busca de islas perdidas, tesoros escondidos, dragones y mil y una aventuras.
Y así, surcando el cielo de tu celda llegas hasta la ventana, posas tus pies al filo del abismo y en ese momento tienes tres opciones, permanecer quieta, dejarte caer o volver a mover las alas para volar.
Si alguien quiere verter su ira, sus fracasos, sus "mierdas" en ti. Si alguna vez alguien quiere relacionarse contigo des de la destrucción. Recuerda: vuela.
Porque volando, allí arriba, las ratas no llegan.
Volad bien alto hoy, verdecill@s. Nunca dejéis de surcar entre las nubes.
¡Buenos días!
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