Aquí sigo, escuchumizada por la calor. El cerebro continua frito, el cuerpo a paso lento y la mente con pocas ganas. Como sabéis soy mujer que funciona con frío, el calor la aturde. Así que no queda otra que sobrevivir a las altas temperaturas como haría cualquier otra especie no adaptada a climas áridos: con el mínimo gasto de energía.
"Que las lágrimas no os impidan ver las estrellas", queridos verdecill@s.
Detrás de este calor siempre habrá un mar fresquito que te cobije.
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