Sabe que uno de sus principales desequilibrios está en la dimensión de la palabra. Le cuesta guardar silencio cuando debería, y cuando habla, siente que sus palabras no acaban de encajar con sus pensamientos. Siempre ha tenido la sensación de no poder expresarse cómo debería. Habla demasiado o no habla nada.
Quizás porque la palabra es un reflejo del alma. Y su alma puede gritar y desbordarse sin control o quedarse atrapada y reprimida.
Siente que necesita encontrar equilibrio, transmitir armonía. Predisposición a comprender y expresar sus propios sentimientos de manera clara y significativa, con respeto hacia ella misma y hacia los otros.
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