Siempre he pensado que es bueno tantear los extremos, pero nunca quedarse anclado en ellos.
Y por qué creo así?
Como es normal, cada uno de nosotros tenderá hacia uno u otro extremo, hacia una u otra postura en cada una de las cosas de este mundo. Y cada uno querrá defender sus posturas. Hasta ahí, perfecto. Pero hay que andar con cuidado de no arrimarnos al final de la cuerda y quedarnos enganchados.
Los extremos tienen como un maleficio en el que nos ciegan, nos aislan de la resta del mundo. Nos hacen rodear de cuatro únicas paredes donde sólo dejamos entrar nuestro YO y todo aquel que es exactamente como YO. Nos separa. Nos divide. Nos va devorando el corazón y haciendo crecer sólo odio. Nos convierten, sin ni siquiera darnos cuenta, en seres intolerantes, irrespetuosos y cerrados. Odiamos a los del otro lado porque los consideramos precisamente éso: intolerantes, irrespetuosos, cerrados y malvados y resulta que sin darnos cuenta nosotros también nos acabamos convirtiendo en uno de ellos. Pero lo que es peor, nos seguimos creyendo diferentes, porque creemos que tenemos la única verdad, que somos Dios. Los extremos acaban creando Dioses en la Tierra y éso es muy peligroso. Dioses, personas tercas, que se hacen los sordos y ciegos ante cualquier cosa que les desmonte sus teorías. Dioses que no admiten correcciones. No admiten pensar que a lo mejor no tienen toda la razón. Llegan a tal punto que incluso no bajan del burro aunque no les asista ni la razón ni la verdad. E incluso llega un momento que ellos mismos no se aplican lo que ellos predican. Pueden predicar eso de nada de ojo por ojo mientras van con una cuchara en la mano. Y lo que es preocupante: ésos ciegos acaban guiando a otros ciegos.
Los diferentes extremos defienden diferentes causas, pero actúan de la misma manera. Porque entre un extremo y otro diferencian los fondos, pero por desgracia no las formas. El extremismo nos venda los ojos. Nos hace ser dictadores. Nos hace querer imponer nuestras verdades a base de "sangre". O éso o nada. O blanco o negro, sin grises.
En un mundo poblado por humanos, humanos todos imperfectos, en un mundo lleno de tantas y tantas ideologías, maneras de entender la vida, es imposible que una única persona sea tan Dios como para poder juzgar, para poder creer que tiene la única verdad, sin antes ni siquiera tener una mínima empatía, sin ponerse en la piel de los demás, incluso de los que considera enemigos. Porque para llegar a soluciones, soluciones verdaderas, hace falta sentarse y hablar también con aquellos que consideramos nuestros enemigos. Hace falta abrir esas cuatro paredes, nos guste o no lo que hay ahí fuera. Y creedme, abriendo esas paredes nos esperan grandes e impensables sorpresas. Para mí, es la única manera de poder acercar diferencias sin violencia e intentar hacer de éste, nuestro hogar, un lugar donde tanto unos como otros nos sentamos algo a gusto. No creo que nunca consigamos hacer de este planeta un lugar donde cada uno de nosotros se sienta 100% bien, y por éso mismo creo en la necesidad de poner todos de nuestra parte para hacer que al menos sea el 50% de lo que cada uno de nosotros anhelamos. Pero claro, para éso, muchos debemos tragarnos nuestro orgullo, nuestra rabia y alguna que otra cosa más y siempre es más fácil meter un petardo al mundo.
Odio, rencor, rabia destructiva, imposiciones...sólo lleva a ello. Sólo llevan a callejones sin salida. Ojalá tuviéramos la fórmula para unir los dos lados de la cuerda y formar un círculo.
Y áquel que sea extremista, seguro que no entiende todo ésto que ahora digo. Porque como he dicho, se creerá Dios y creerá en su única verdad y ni le interesará saber por qué los demás opinan de otra manera.
Y recordad, nadie, absolutamente nadie, es Dios, sólo creemos serlo.
Por éso siempre he pensado que es bueno tantear los extremos, pero nunca quedarse anclado en ellos.
Por eso espero ser siempre lo suficientemente fuerte para que mis ideologías no me acaben desquiciando, arrastrando y enganchándome de por vida a uno de los dos extremos.
Porque quiero seguir viendo,
porque quiero seguir siendo capaz de intentar comprender y dialogar con las diferentes posturas, por poco que me gusten, antes de sacar mis propias conclusiones,
porque quiero seguir creyendo en el Respeto,
porque sin respeto, sin diálogo no son posibles los cambios,
porque quiero escuchar.
TODO EXTREMISMO ACABA DESTRUYENDO LO QUE AFIRMA
(María Sambrano - filósofa)