Esas tribus perdidas en la densidad de la selva amazónica. Nómadas armados con un simple arco, unas flechas envenenadas y los conocimientos transmitidos oralmente de generación en generación. No tienen hogar, su hogar es cualquier lugar. No tienen posesiones, ni territorio. Y viven en total harmonía con la naturaleza y…entre ellos.
Al otro lado, los humanos que hemos avanzado tecnológicamente pero retrocedido humana y ecológicamente. Capaces de matarnos, crear guerras, genocidios, por las posesiones (petróleo, territorio, casas…).
No hace falta que os explique más, ¿verdad? El inicio de nuestro fracaso como humanos llegó el día que decidimos TENER y además NO COMPARTIR. El día que empezamos a tomar posesión de las cosas y creernos los únicos dueños de ellas, incluso de recursos tan universales como el agua o el alimento que nos profiere nuestra amada Gaia.
Y el día que tiramos nuestra humanidad por la borda fue el día en que decidimos que debíamos destinar nuestros años, nuestras horas, nuestros minutos, en trabajar para conseguir cosas. Nos equivocament en el objetivo y en las maneras.
Y el día que tiramos nuestra humanidad por la borda fue el día en que decidimos que debíamos destinar nuestros años, nuestras horas, nuestros minutos, en trabajar para conseguir cosas. Nos equivocament en el objetivo y en las maneras.
Una de las películas que me causaron más impresión de pequeña fue “Los Dioses se han vuelto locos”. Como se transforma el día a día de una tribu perdida del África a causa de la aparición de una simple botella de Coca-cola. La botella de Coca-cola da inicio a los conflictos en la tribu, conflictos que antes no existían y que darán lugar a situaciones... bueno, no os explico más, mejor que veais la película. Una película que por supuesto, os recomiendo ver, para acabar de entender dónde empezó nuestro fracaso como humanidad y reflexionar sobre en qué aspectos vamos muy equivocados…
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