Nací en el año 77, mi número favorito es el 7, y me encantan las cosas asimétricas e impares. Lo puedes ver reflejado en muchos aspectos de mi vida, llevaba siempre el número 7 como jugadora de básquet o futbol, siempre he llevado un número impar de pendientes o un corte de pelo asimétrico. Los pares, lo perfectamente estructurado, me aburren. Los impares, lo asimétrico me aporta esa chispa de… rebeldía, toque diferencial, belleza en lo imperfecto, atracción a lo diferente. Una parte diferente a la otra. Me mola, sí.
Por delante siempre me han ido apareciendo nuevos retos, algunos pequeños, otros no tanto. Retos que siempre los he intentado afrontar con una ilusión directamente proporcional a su magnitud. A más difícil, más ilusión… y más ganas.
Nunca me he considerado ni una mujer muy culta ni muy inteligente, pero si constante y tozuda, adjetivos que han sido mis pilares a la hora de ir ganando batallas.
Me cuesta mirar de reojo, siempre acabo implicándome, porque no entiendo esta vida sin implicación, nunca se han hecho revoluciones en un sofá y nuestro mundo no acaba en estas cuatro paredes.
A veces mi revolución no será la tuya, pero de eso de trata, de que cada uno vayamos abriendo frentes distintos.
Siempre he intentado tejer complicidades y cooperación para poder desarrollar proyectos individuales y colectivos, nuevas propuestas o mejoras para todos, y por supuesto, también para mí. Y eso sólo es posible hacerlo realidad con el granito de arena de cada uno de nosotros. Sí, soy mujer de trabajo en equipo aunque sola tampoco me defiendo mal.
Pero a veces las cosas no pueden salir como una desea, a veces hay que saber confrontar diferentes visiones, opciones y puntos de vista diferentes y buscar alternativas a lo que tenías pensado. Sí, soy más de buscar alternativas que de conformarse. Y de borradores, esquemas fallidos y pruebas erróneas también se sacan cosas positivas, y mucho, entre ellas, alternativas.
Agradezco a tod@s los que me habéis enseñado, ya sea a través de malas o buenas experiencias, de los ratos buenos y malos que hemos pasado. De la misma manera pido disculpas por las veces que seguro no habré estado a la altura, o alguna vez os habré fallado. Soy humana, luego me equivoco, luego aprendo y luego siempre intento corregir. Por eso siempre me he dado y doy segundas y terceras oportunidades.
Agradezco el esfuerzo que hacéis los que estáis más cerca de mí. Porque también soy egoísta, bastante cabezona, impaciente, me como las uñas y pierdo los nervios. Pero oye, si quieres estar en mis mejores momentos tendrás que aguantarme también en los peores, ¿o no?
Nadie es imprescindible, yo no soy imprescindible, por eso también sé dejar paso cuando toca. Yo no soy imprescindible, soy impar, imperfecta...
Y hoy ya conocéis un poquito más de esta Gaia, que intenta no olvidar quién es, ni que hace aquí, que cree en los pequeños cambios y en la imperfección de las personas, pues son precisamente esas imperfecciones las que nos harán rebeldes.
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