20 de junio de 2018

Reflexionemos, todos.




Comparten imágenes de niños desnutridos del África, pero se niegan rotundamente a que se acojan refugiados en su país. Comparten fotos de niños menores con enfermedades graves rezándoles el ave maría, pero tienen a su madre muerta de hambre viviendo a solas. Comparten publicaciones de esas que duelen en el alma y al día siguiente de sus viajes a ese país exótico de playas de arena blanca y hoteles de ensueño. Dicen que dar publicidad a esas imágenes y noticias atroces sirve para remover conciencias e impulsar acciones, pero ni siquiera se remueve la conciencia de las que las publican.

Votan a partidos sustentados por esas élites, ibex y poderes fácticos, pero después se venden como abanderados de los pobres. Comparten frases deliciosas y bonitas, pero después se meten y faltan al respeto a aquel que no piensa como él. 

En serio, sólo hace falta analizar cualquier red social para darse cuenta de algo que ya se ha visto siempre, que los humanos somos unos falsos e hipócritas. A veces a sabiendas, otras por incultura, la cual ya se encargan los de arriba en alimentarla. Pero ya sea a sabiendas o por incultura, ambos motivos son igual de graves y no tienen perdón alguno, porque sus actos son los mismos y destruyen lo mismo.

Nadie es perfecto y son muy pocos (o igual nadie) los que pueden presumir de llevar una vida respetable y coherente des del punto de vista humano, y de respeto total a la vida y al Universo. Pero al menos, dentro de nuestros fallos, intentemos actuar lo máximo posible de coherente con nuestros pensamientos. Cada vez que lo hagamos será un éxito. Y cada pequeño éxito, cuenta. Aunque espero que los de pensamientos negativos, egoístas y despreciables consigan muy pocas veces esos éxitos, porque significará que no se salen con la suya.

Alimentemos mejor nuestro presente porque será nuestro futuro. Como siempre digo, todo empieza con pequeños gestos, que se regalan desde que se sale por la mañana de casa.


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