20 de septiembre de 2020

Soltar, soltar y soltar

 


Soltar, soltar y soltar, y más soltar. Y después el des-apego dichoso. Son la moda de nuestros días. Calcetines con sandalias, Tik Tok y “soltar”. Uno es muy “in” o “cool”, o como queráis llamarlo, simplemente dejando ir eso de “hay que soltar”, “hay que desapegarse”. Pero la mayoría de nosotros no tenemos ni puñetera idea de lo que es ni de lo que significa. Y la cagamos, y mucho.

Sí, por un lado y en ciertas circunstancias, es necesario “soltar”. Pero nos nos vayamos siempre al extremo (que ojalá lo hiciésemos para otras cosas). ¡Ala! ¡A dejarlo ir todo! ¡A soltar, a soltar! Que no quede nada, que conmigo mismo ya me basto. Me meto en mi casita recogidita y a tomar por culo todo. Sin nada no hay conflictos, ni problemas ni miedos. Venga, ahí, metidita, muy suelta, pero muy vacía. Qué hay que soltar, sí, pero también volver a recoger. El problema no es tanto el soltar si no el derribar los motivos que te hacen necesario soltar esa cosa o esa persona o ese sentimiento…

Ah, y si no lo haces…uy… no estás en la onda, eres tan poco espiritual… jajaja seguro que define mejor google eso de la espiritualidad que la mayoría de personas espirituales que le preguntáramos qué significa serlo. Ah, sí…sentarse en flor de loto, cerrar los ojos y hacer ver que te centras…dejar paaasaaaar los pensamientos…dejar paaaasar…  y sooooltar….

Y una vez que sueltas, ¿qué? ¿Ya está? ¿Todo se solucionó? ¡Ya somos Dios! ¿Nos disolvemos como el Cola Cao en la leche? Digo yo que tendremos que volver a construirnos, ¿no? Volver a recoger. Aaaaah, que en esto no habíamos pensado… es que la moda habla de soltar, pero no de lo que viene detrás. Esperaremos a la próxima década a que alguien nos meta una nueva moda: la de recoger. Entonces nos llenaremos el buche hasta reventar. Sí, así haremos.

Sí, a veces hay que soltar, hay que desapegarse de ese hijo que se hizo mayor y marcha de casa, o desapegarnos de los 20 años (bueno y de los 30). A veces hay que soltar ciertas cosas para poder avanzar en esa misma cosa (u en otras). Soltar los 20 para recoger los 30 tan alegremente. Soltar a los hijos, para poder…volver a tener toda la casa para ti sola (yeah!). Pero, por favor, hagámoslo con cabeza, con sentido común y proporcionalidad, y pensando en el día después. Soltar no es una pataleta, es todo un proceso, un proceso de conocimiento de una misma, un proceso para prepararse para una nueva etapa. No un aquí te pillo aquí te mato. Sino lo que pasa es que sueltas y…te caes al vacío. Y ¡vaya ostia! Jopainas, ¡que no hay que soltarse de todo! Sólo de aquello que sintamos que nos incomoda, que necesitamos un cambio de actitud respecto a ello. Lo demás, cuidémoslo, mantengámoslo… No soltemos por miedos, por no saber retenerlo… amarlo (ejem, en pocos días ya he vuelto a citar esta incómoda palabra...amar).

Sí, está de moda el aprender a “soltar”, pero la mayoría de nosotros no tenemos ni puñetera idea de lo que es y se nos olvida lo importante que también es el mantener, el cuidar, el mimar, el amar (vaya, otra vez esta palabreja), y no salir huyendo cuando todo se complica.
Pero bueno, sigamos, sigamos soltándolo todo sin tener ni puñetera idea. Hasta que no quede ni una miga de pan en la mochila.

Palabritas no aptas para gente espiritualmente sensible. Palabritas de una verdecilla que sabe tanto de espiritualidad como de hacer el pino puente en una tabla de paddle-surf (ey, ¿que eso es también moda, eh?). 

Palabritas de un intento de Mary Poppins, a veces volando, a veces tocando de pies a tierra. En una mano el paraguas, y en la otra, la mochila. 


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