Ha amado sin quererse, sin valorarse, sin respetarse. Pero también ha descubierto la belleza de enamorarse, de sentir, de vibrar. Ha sufrido por el amor, pero también lo ha superado. Ha aprendido a quererse, a aceptarse, a perdonarse. Ha encontrado la felicidad en sí misma y en no confiar en la suerte. Ha dejado atrás el pasado, el miedo, el arrepentimiento.
Decidió seguir el vuelo del águila, que le ha guiado donde el Sol brilla y el cielo la cuida. Ha encontrado la paz en el viento, que le abraza y le consuela.
Ahora vuela alto, con elegancia, penetra el horizonte con su mirada y sigue su instinto y su propia mirada.
Vivir, sentir, soñar y volar.
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