En cada latido de mi ser, en cada gesto, busco la esencia pura del que soy. Busco esta melodía única en un mundo de ruido, esta chispa en un mar de caos.
Cada línea de mi rostro, cada arruga que me dibuja el
tiempo, explica una historia. Mis ojos cansados, marcados por noches de
sueños interrumpidos, todavía buscan brillar con la luz inigualable de
experiencia, sabiduría y curiosidad. Las ojeras no son más que testigos
de noches en velatorio, estimando, viviendo, sintiendo...
Vivimos en
un mundo que intenta modelarnos, cambiarnos, hacernos creer que tenemos
que ser diferentes. Prefiero el natural, el espontáneo, y valoro las
personas tal como son.
Soy incapaz de quedarme callada ante las
injusticias, y en mi terquedad y determinación encuentro a menudo el
reflejo de mi verdadera fuerza.
Me miro en el reflejo de este río, y
algunas cosas me enamoran, otras me desesperan, pero todas son partes
inseparables del que soy. Y así, en mi complejidad, solo sé que no sé
ser de otro modo. Frágil y todavía llena de sueños, como este barco de
papel.
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