Aunque soy conocedora que la escritura no es mi fuerte, espero que os guste este pequeño texto que mientras lo escribía me ha hecho compañía durante esta tarde lluviosa de primavera. Habla de cuando la atemorizada razón o el pensar siempre en los demás más que en uno mismo choca con el corazón dando lugar a esos miedos y esas dudas que tan desdichados nos hacen muchas veces y que a la vez nos hacen perder tantísimas oportunidades.
Con una furia incansable, las olas no daban tregua a sus oídos. Aquello que más le serenaba eran las horas de soledad en aquel rincón de la Costa Brava. El rugido del mar de aquel día le hacía recular cada paso que daba, pero a cada paso que retrocedía se multiplicaban sus deseos de adentrarse en el sosiego que el mar en ese riconcito también le ofrecía. Sueños de niña, sueños de juventud y sueños de mujer se daban cita cada cierto tiempo en aquel lugar y acompañaban al alma insaciable de esa mujer cuyas alas muchas veces le eran cortadas a cuchilladas por la mundanal vida. Horas de silencio desolado desde el preciso instante en que su sombra empezaba a atravesar las primeras rocas de ese solitario refugio mientras a sus espaldas pesadas puertas imaginarias cerraban ese pequeño paraíso del resto del mundo. Y la niña ya echa mujer reposa su cuerpo entre la bruma marina. Instantes de soledad repletos del resurgir de ilusiones y sueños rotos. Ese era el lugar que más le atraía de la costa, donde el aire salado y las olas gigantescas le daban la inspiración para pasar a pluma las letras de su vida. Las rocas escarpadas, las gaviotas, la brisa y el rocío salado hacían que las horas pasaran como unos rápidos instantes, y sin darse ni cuenta escribía estrofa tras estrofa lo que de TI sentía y nunca decía. Nunca releía ninguna palabra en aquellos instantes, ya tendría tiempo de repasar, borrar, añadir y cambiar cuando volviera a cruzar esas pesadas puertas que nuevamente la devolverían a los tristes, cobardes y reales instantes de un mundo donde no siempre uno podía hacer lo que quería.
Con una furia incansable, las olas no daban tregua a sus oídos. Aquello que más le serenaba eran las horas de soledad en aquel rincón de la Costa Brava. El rugido del mar de aquel día le hacía recular cada paso que daba, pero a cada paso que retrocedía se multiplicaban sus deseos de adentrarse en el sosiego que el mar en ese riconcito también le ofrecía. Sueños de niña, sueños de juventud y sueños de mujer se daban cita cada cierto tiempo en aquel lugar y acompañaban al alma insaciable de esa mujer cuyas alas muchas veces le eran cortadas a cuchilladas por la mundanal vida. Horas de silencio desolado desde el preciso instante en que su sombra empezaba a atravesar las primeras rocas de ese solitario refugio mientras a sus espaldas pesadas puertas imaginarias cerraban ese pequeño paraíso del resto del mundo. Y la niña ya echa mujer reposa su cuerpo entre la bruma marina. Instantes de soledad repletos del resurgir de ilusiones y sueños rotos. Ese era el lugar que más le atraía de la costa, donde el aire salado y las olas gigantescas le daban la inspiración para pasar a pluma las letras de su vida. Las rocas escarpadas, las gaviotas, la brisa y el rocío salado hacían que las horas pasaran como unos rápidos instantes, y sin darse ni cuenta escribía estrofa tras estrofa lo que de TI sentía y nunca decía. Nunca releía ninguna palabra en aquellos instantes, ya tendría tiempo de repasar, borrar, añadir y cambiar cuando volviera a cruzar esas pesadas puertas que nuevamente la devolverían a los tristes, cobardes y reales instantes de un mundo donde no siempre uno podía hacer lo que quería.
Y cuando de nuevo el corazón le oprimiese por no tenerte, a lo mejor, la furia incansable de las olas y la soledad de ese refugio de la Costa Brava, otra vez conseguirían darle esa tregua que de tanto en tanto su corazón ansiaba y tanto necesitaba...
Permitidme antes de acabar que me ponga un rato sentimental en esta tarde tormentosa donde nuevamente la fuerza del corazón me ha vuelto a desconcertar...
pues, déjame decirte, que para que la escritura no sea tu fuerte...me ha encantado... hacía días que no leía nada de los blogs y hoy me siento identificada con tu texto, con tus olas...con tu mar...
ResponderEliminarUn beso enorme!!!
Gaia Diosa de la Naturaleza desde la Tierra Media te invito al duelo de poetas, puedes unirte a la guerrra o ser espectador, esperamos tu participacion como guerrera en esta batalla a muerte...
ResponderEliminarhttp://latierra-media.blogspot.com
muy bonito
ResponderEliminary es que lluvia + primavera, siempre provoca una sensacion
a mi de melancolia...
un beso