Camino y camino por las calles desiertas de una gélida tarde de invierno,
bajo la parpadeante y tenue luz de las farolas
que me muestra la figura desdibujada de mi cuerpo sobre el asfalto.
Y en la soledad de esas calles y en sus silencios,
a solas con mis pasos y mi sombra,
es donde consigo nuevamente esa tranquilidad y sosiego,
tan necesario para encontrarme a mí misma entre tanto ruido,
para pensar en el mí y no en el vuestro.
Es en esa fría soledad de las calles de invierno
donde pasaría horas y más horas transitando,
simplemente observando como mis pisadas intentan atrapar esa silueta en el asfalto.
Es en esa soledad del frío invierno
donde no hace falta pensar en sueños, promesas ni en lo que ha o está pasando.
Simplemente Soy,
Inspiro intensamente,
Exhalo dulcemente,
Me relajo.
Y, en silencio… sonrío.
Soy feliz.
Qué fácil es ser feliz y en cambio, cómo de complicado solemos buscar la felicidad.
Silenciemos los ruidos. Sólo así hallaremos la sencillez de la felicidad.
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