23 de julio de 2018

Amor romántico


Buena parte de las películas y cuentos que nos hemos tragado des de niños nos han hecho un flaco favor. Nos han vendido el idílico "amor romántico". Ese amor en que un hombre fuerte, guapo y valiente, con un pasado "problemático", acaba siempre salvando a esa mujer sensible y sumisa con una triste vida. Después que él la salva los dos se acaban enamorando locamente y tienen que ir superando obstáculos juntos, unos tras otros, porque no pueden vivir el uno sin el otro. En medio de tanta vorágine no falta el sufrimiento, aunque al final siempre acaban la película felices y comiendo perdices. 

Sí, todas estas películas nos han hecho mucho daño, a todos, mujeres y hombres. Esas películas, inclusive las Disney, donde se tiene que sacrificar todo por tu pareja, dónde tienes que estar el máximo de tiempo con ella, donde acabas dependiendo totalmente de ella, dónde existen los príncipes azules, donde también existe el machismo, y mucho. Dónde tienes que cambiar tu forma de ser para gustar a tu persona amada, dónde acabas viviendo obsesionado ante el temor que algun día te deje. Películas en las que nos hacen creer que existe tu media naranja (ya os hablé de ello en otro post). Y un largo etc etc etc. 

Todos estos mensajes subliminales que nos van metiendo día a día a través de estas empalagosas y edulcoradas películas y dibujos, no hace más que conseguir que interpretemos cosas del estilo que para amar hay que sufrir, y que creemos una forma particular de ver el amor, donde el amor no es amor si no hay sufrimiento, y todo ésto tiene consecuencias negativas.  

Por favor, huyamos de estereotipos del amor, que nadie te diga nunca cuando ni cómo debes amar. Hay tantas maneras de amar como personas hay en el mundo. Y de cómo hacerlo, de cómo amar y a quién amar, eso lo decides tú y no las películas.

Así que viendo tanta estereotipo ridículo y cursi, yo me quedo con mi princesa particular: Pipi Langstrum.



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