Nos queríamos,
a nuestra manera, pero nos queríamos.
Juntos no oíamos el tic tac del reloj,
las palabras nos enmudecían,
y los silencios nos gritaban.
Una pequeña chispa era capaz de incendiarlo todo,
y nos regocijábamos entre las brasas,
alejados de todo y de todos.
Pienso en las cosas que no nos pudimos decir y en las otras muchas que ya nunca nos diremos.
Contigo me sentía curiosa, traviesa, voladora, vivaz, vulnerable, dichosa,
y sin ti los meses de invierno ahora se hacen más largos.
Nunca dejéis un te quiero para mañana.
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