Con la aparición de internet, chats, redes sociales y Smartphones llegó la deshumanización en nuestras relaciones sociales. Ocultos entre el anonimato que nos profiere los apodos o las distancias que muchas veces nos separan nos creemos lo que no somos y damos a conocer lo que queremos aparentar en cada momento. Aparece lo que yo llamo “caretas”. Camuflarte detrás de esa careta te hará sentir fuerte y valiente, pero no hará que lo seas. Estas caretas ya existían antes de tanta tecnología, pero una simple mirada a los ojos te podía bastar para adivinar del palo que iba la otra persona.
Ahora no existen esas miradas y por lo tanto, puedes tardar años, o quizá nunca, descubrirás su verdadero rostro si ese personaje es bueno en el mundo de la farándula. Y así nos estamos convirtiendo en una sociedad donde hay más caretas que rostros. Una sociedad cada vez más pobre en valores. En una tecno-sociedad donde tenemos a mucha gente a nuestro alcance con un simple clic y que de la misma manera podemos deshacernos de ella cuando ya no nos interesa. Clic, clic, clic. Nuestra vida, nuestras relaciones, frivolizadas por un clic. Tan fácil como es contactar con una persona es hacerla desaparecer de tu vida. Jugar con los sentimientos de los demás nunca fue tan fácil. Y así hemos llegado a donde estamos. Gente jugando a ser reyes del mambo cuando fuera del teclado se esconden dentro de su caparazón. Banalizando las relaciones entre unos y otros. Jóvenes acosados, adultos engañados, y pronto niños irresponsablemente divirtiéndose frivolizando sus relaciones con los demás.
Pero ojo, lo que a primera vista puede parecer genial e incluso divertido y poderoso, el poder del clic, se nos puede girar en contra y acabar forjando una sociedad socialmente arruinada donde todos acabaremos tratándonos de la misma tirana manera. Arriemos somos y en el camino nos encontraremos.
Y no olvides que, cada vez que apartes la vista de esa pantalla, cuando la apartes de tus seguidores y fans, cuando quites la vista de ese teclado, y la dirijas nuevamente hacia ese espejo, seguirás viendo tu verdadera persona con todo aquello que no te gusta y te asusta de ti mismo. Y, ni ese “poder” del clic que te permite hacer desaparecer y manipular fácilmente a los demás podrá hacer desaparecer esa realidad, tu realidad, que tan poco te gusta.
Está en nuestras manos decidir si queremos seguir dejándonos deshumanizar por la tecnología o, por lo contrario, humanizar nosotros a la tecnología. La tecnología ha llegado para quedarse y deberíamos aprender a utilizarla con decoro y con ese mismo trato con el que nos dirigiríamos a aquella persona en la calle. La tecnología tendría que ser el reflejo de cómo somos y no el reflejo de lo que nosotros queremos mostrar para aparentar algo que no se es o para conseguir algo con malas artes. Seamos valientes también en internet.
La licuadora te ayudará a hacer un rico zumo, pero tú puedes elegir qué frutas usar y cómo exprimirlas. Un Smartphone te ayudará a contactar y a relacionarte con otras personas, pero tú y sólo tú eliges la ética y la educación con la que lo usarás. Después no nos quejemos de la tecnología, no nos quejemos de cómo nos tratan si nosotros hacemos lo mismo con los demás. La culpa no es de la tecnología sino de cómo decidimos cada uno de nosotros usarla. Ella sólo es nuestro reflejo como persona, no la culpable de cómo somos o de lo que nos pasa en nuestra vida.
Asumamos nuestra parte de responsabilidad en el uso de toda esta tecnología. No la usemos con ligereza. Detrás de cada pantalla hay una persona, de carne y hueso, corazón y sentimientos. Prefiero teclear menos, pero con sinceridad y respeto, que mucho, pero con menosprecio y frivolidad. Creo en la tecnología bien usada y creo todavía en el día en que las personas entendamos que el amor hacia los demás no depende ni de las distancias ni de los apodos.
Su uso, depende de nosotros. Nunca perdamos nuestro elemento humano. Usemos la tecnología para potenciar nuestras relaciones, nuestra vida…no para arruinar la de los demás o aparentar cosas que nunca nos ayudarán.
Si quieres jugar, coge una pelota y deja el teclado.