27 de octubre de 2023

Envejecemos, ¿y qué?

 


¿Quién no ha visto algún anuncio del tipo “Lucha contra los signos del envejecimiento”, “crema antiarrugas” o “crema antiedad”? 


Luchar es tener que hacer un esfuerzo para eliminar algún mal, por lo tanto, cuando decimos “luchar contra los signos del envejecimiento” estamos diciendo que esos signos son malos y que son algo que debemos evitar y eliminar. Y, ¿hay algo más anti natural que luchar contra la edad?


El prefijo “anti” denota oposición, entonces anti edad es lo contrario de hacer años, o sea, sería no cumplir años, y creo que sólo hay una manera de no cumplirlos, y no sé si nos interesa…


La voluntad de conseguir la eterna juventud viene de hace mucho tiempo, sino pensad en Cleopatra, por ejemplo, o en la continua búsqueda del elixir de la juventud, esa fórmula que consiga mantenernos jóvenes. Todo ello ha creado un ideario que se ha ido transmitiendo en nuestro lenguaje y manera de pensar. Un lenguaje y manera de pensar en el que ser joven es algo deseable, bueno y positivo. Y ser viejo es malo. Pensad por ejemplo en la frase “me siento joven” o en la frase “aparentas más”. La primera la consideramos algo “bueno”, elogiable, la segunda algo malo. 


Y llegados a este punto, si no podemos evitar envejecer lo tenemos que disimular. Porque podemos ser viejos, pero no podemos hacernos viejos. No sé si me entendéis. Y miramos de disimularlo físicamente, con maquillaje, gimnasio, operaciones estéticas… y esta tiranía siempre se ha encarnizado sobre todo con las mujeres, aunque en los hombres también va en crecimiento. Aunque me dirigiré más a las mujeres, por ser yo también mujer, y por lo tanto conocer más el tema des de esa perspectiva. 


Mujeres que deben mantenerse perpetuamente deseables, y, además, de las que su físico y apariencia dependerá muchas de las profesiones o éxitos en su vida, porque parece que si te ves vieja no te cuidas. 


Sí, hoy en día se habla de esa voluntad de cambiar las cosas, pero todavía la realidad dista mucho de ello, porque cuesta atreverse a correr el riesgo de no gustar, de no gustarse.


Hablemos del lenguaje. Hemos normalizado, como decía antes, que la palabra vieja y viejo sea considerada peyorativa. Por eso tendemos a decir “personas grandes o mayores”, ancianos, personas de edad… para evitar decir viejo o vieja. Porque viejo y vieja se relaciona con una idea negativa.


Pero ser viejo o vieja no significa ser algo malo porque también implica un montón de cosas buenas. Serenidad, sabiduría, poder decir y hacer lo que te da la gana, etc.


Fijaos. Es habitual decir “me siento joven” en vez de decir “me siento bien”. ¿Por qué sentirse joven es bueno y sentirse viejo malo? Hay jóvenes muy cascados y viejos que están en lo mejor de su vida. Sí, cuando te vas haciendo mayor pierdes visión, oído, etc.… pero cuando eres joven tus sentimientos y pensamientos están hechos un lío, tienes la impresión que te falla todo o que te falla todo el mundo, a veces no sabes por donde navegas, te equivocas mucho más, así que tampoco estás bien del todo.


“La juventud, divino tesoro”, “pareces más joven”, “qué bien te conservas” o “quién tuviera tu edad” son frases que consideramos positivas. Y mientras consideremos frases como  “viejo verde” ,”boomer”,  como insultos o algo peyorativo nunca seremos capaces de considerar que cumplir años es bueno. 


Otro tema es que cuando somos jóvenes nos cuesta identificarnos con los viejos. Como muchas cosas están pensadas para prometernos la eterna juventud y todo está diseñado para los jóvenes, tenemos la sensación que nosotros nunca nos haremos mayores y nunca queremos llegar a serlo porque parece que los viejos molestan, y se apartan. Molestan, se apartan y se invalidan, en parte por nuestra condescendencia y en mayor parte porque son la evidencia de todo lo que este sistema, esta gran industria llamada sistema, se empeña a esconder.


Apartamos, escondemos, invalidamos… aquí, porque en otras culturas más orientales es lo contrario, la vejez se venera, ser viejo significa sabiduría y tener edad es un valor.


Es por todo ello que considero que esa tiranía de la juventud nos dificulta que seamos capaces de aceptar y asumir cada una de nuestras edades cuando, fijaos, precisamente uno está verdaderamente bien cuando acepta su edad. Vaya incoherencia ¿verdad?


Nos condenamos cuando no somos capaces de asumir nuestra edad y no nos gustamos a nosotros mismos. Gimnasio, cremas, dietas… todo ello porque no nos gustamos a nosotros mismos porque esos cánones de belleza que tenemos en esta sociedad están basados siempre en ser joven.


¿Cómo remendar todo ello? En este punto llego siempre al mismo lugar: educación. Habitualmente cometemos el error de no explicar a nuestros hijos el valor de la vejez. Ahora apartamos a los viejos porque los consideramos una molestia y cada vez son más niños y  niñas los que no conviven con viejos y viejas. Falta formación sobre lo que significa ser mayor, viejo, y eso lleva a lo que ahora estamos viviendo, jóvenes sin ningún respeto a la gente mayor y que quieren darles lecciones (¡jajaja lecciones!) cuando no tienen ni idea comparada con el conocimiento de la gente de más edad. 


Sé que el lenguaje no cambia la realidad, pero sí sé que contribuye a mostrarla y a verla de una manera determinada. 


Y al final siempre acabo hablando de educación y de cómo transmitimos determinados valores en esta sociedad, pero es que lo considero muy importante y es una gran responsabilidad para las madres y padres de hoy en día si queremos que las cosas cambien en un futuro.


No tengamos ningún tipo de problema en decir: ME ESTOY HACIENDO VIEJA. Sí, ME ESTOY HACIENDO VIEJA. 

 

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