¿Quieres estar en mi vida?
Te trataré bien y siempre intentaré darte lo mejor de mí, des del ámbito en el que nos relacionemos. Compartiré un pedacito de mi vida, te haré cosquillas, te haré llorar, charlaremos e incluso puede que hagamos alguna locura. Pero, si no recibo lo mismo, voy a invitarte a salir. Porque ya hace mucho tiempo que empecé a creer que el amor no es algo que se regala, que se comparte, sin recibir nada a cambio. Dar sin recibir nada a cambio, eso es precioso en los cuentos de hadas, esos que nos contaban des de niños, pero no en esta vida que nos tocó batallar.
Algunos me llamarán mercadera del amor por ello, yo le llamo autoestima y no perder el tiempo con personas garrapata.
Un amor "maduro" necesita de ese delicado equilibrio entre dar y recibir, porque, piénsalo: todo aquello que no es mutuo, resulta ser dañino. Y sí, todos en algún momento de nuestras vidas hemos o estamos librando batalla con ello, hemos sido dañinos o nos han dañado. No se trata de ser buenas o malas personas, se trata que somos humanos y por ello perfectamente imperfectos. Somos así, humanos, y no siempre nos percatamos de ello.
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