15 de diciembre de 2023

Saber elegir

 


Ahora que se acercan unas fechas tan especiales para muchos de nosotros, de reencuentros, de sobremesas, de eso que llaman espiritu navideño, toca hablar de lo que también no es.


Ama a tus seres queridos, sean familiares, amigos, pareja... ámalos siempre que sumen, pero aléjate si te restan. No por ser familiares o allegados deben tener el derecho eterno e inamovible de ser amado, seas hijo, hija o cualquier otro parentesco. 


Porque hay familias que están con nosotros solo cuando les conviene y seguir usándonos en nombre de la sangre que nos une. Hay familias que simplemente estarán contigo para hacer el 'paripé' o por 'el qué dirán'. Hay familias tan tóxicas, dañinas e hirientes que la distancia se convierte en el único camino si quieres evolucionar y abrirte un camino más sano, y por consiguiente feliz.


Así que dejemos de romantizar a familia, amigos, parejas,... y seamos capaces de poner límites sean quienes sean. Dejemos de pasar por el tubo de todo el paripé de la Navidad obligándonos a ir a comilonas y cenas con gente que no te trata bien, que no te aporta, que el resto de año ni se acuerdan de ti, o con la que no te sientes bien, simplemente porque sea tu familia o allegado.


Hace falta ver también las sombras de nuestro árbol genealógico o de amigos o pareja, para ser capaces de alejarnos de lo que nos hace daño. Para ello sólo hace falta unas cuántas cosas, algunas de ellas son dejar de pensar en el qué dirán, empezar a pensar en ti y en que tu tiempo es el regalo más preciado que puedes ofrecer como para ir entregándoselo a gente que no se lo merece, restándolo de aquellos que verdaderamente son merecedores.


Sí, no me avergüenza decir que me encanta la Navidad, no por su significado religioso, sinó por su ámbito cultural. Buscar el tió, alimentarlo y cagarlo, ir a ver a los Reyes Magos, comer turrón Schuchard o aquel de yema de mi pastelería favorita, adornar el árbol, montar el belén, iluminar el balcón y... pasar las tardes de sobremesa jugando al bingo y a juegos de mesa junto al fuego a tierra, recordar a los ausentes mirando sus sillas vacías, montar la fiesta en casa con los amigos para Nochevieja y reir hasta que se me desencaja la mandibula, o hacer incluso alguna escapada.


Pero me gusta la Navidad junto a mi gente real,  cercana,  que está también el resto del año, aunque sea en la distancia y que, aunque pase tiempo sin poder vernos, nos valga cualquier nuevo encuentro para que parezca que nos vimos ayer mismo.


A veces menos, es más. 

 

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