11 de octubre de 2022

Aprendiz


Ya no tengo 20 años. Mi cuerpo no es perfecto según los cánones de esta sociedad en la que vivo. Tengo arrugas, estrías... y varias cicatrices por el cuerpo que me recuerdan las luchas que ya he batallado por la Vida.

De ojos claros, a veces cansados, a veces repletos de ganas, ilusiones y alegría y otras, acompañados de ojeras por el cansancio.

Poco a poco, con el paso del tiempo, mi cuerpo, mi manera de vivir y entender la vida ha ido cambiando y se ha ido acoplando al ritmo de los años. 

Tengo los años que tengo y no reniego de ninguno de ellos. Con uno más o uno menos ya no sería la misma y no sería lo que ahora Soy y Ahora me toca vivir. Porque me gusta vivir la viva a veces alocada, a veces con cordura, pero todo a su debido tiempo, saboreando lo bueno y, por cojones, llorando y batallando por lo malo.

Me continúa gustando ser cercana, pero ahora en seguida me alejo de todo lo que ocupa pero no llena, de todo lo que resta y no suma. 

Ya no me dejo amar por cualquiera y ya aprendí quién verdaderamente me ama. Aquel al que cuando le muestras tus debilidades no se aprovecha de ello para mostrar si fuerza. Te respeta. Y es capaz de lidiar conmigo en los buenos y malos momentos. No lanzando la toalla por un mal momento.

He aprendido también del silencio. A veces el silencio, y depende qué silencio, duele y jode. Pero mejor no malgastar tus palabras ante personas que no las entienden o que ni tan siquiera muestran el más minimo interés en entenderlas. 

En mis días grises no todo es silencio, ojeras o cansancio. En mis días grises tengo la suerte de tener gente que viene a colorearme bonito y sin salirse de la ralla.

Y ante aquellas personas que se empeñan en herirme les digo que hace tiempo que dejé de fijarme en las heridas para pasar a prestar atención en las lecciones. Porque elegí crecer a sufrir.

El libro de mi vida lo abro a pocas personas. Y sólo unas pocas de ellas entenderán lo que he escrito. Los demás son sólo curiosos.

No, no me digais más eso de que se me pasa el último tren,  porque detrás de cada tren pasan muchos autobuses. Ni me digais que tire la toalla ante las batallas que decidí librar o que sea algo que no soy.

No, no soy joven ni perfecta, ni fisicamente hermosa. Reconozco mis carencias, mis límites, y me acepto. Y con mis puntos débiles construyo también oportunidades.

Y soy feliz a pesar de todo.









No hay comentarios:

Publicar un comentario