Cuesta despedirse de un lindo día,
al igual que de aquella que un día fuiste en un pasado y ya no eres,
cuesta despedirse de los sueños ya cumplidos, y de los no cumplidos.
Cuesta dejar atrás aquellos pequeños trozos que un día se resquebrajaron y que ya nunca más consiguieron ni conseguirán volver a ser lo que eran.
Cuesta dejar aquellas distracciones con las que rellenabas vacíos.
Incluso a veces es difícil dejar atrás aquello que no va contigo y que ya ni siquiera te da sentido.
Cuesta dejar atrás aquello que un día abrazaste y que de golpe se alejó hacia el infinito.
Cuesta dejar atrás miedos,
dejar de ser esclavo de tu propio infierno.
Pero gracias a que algún día eres capaz de dejar atrás todo eso y mucho más, hoy tienes espacio para nuevas oportunidades y para la construcción de nuevos sueños.
Por eso al pasado lo recuerdo, pero no lo retengo.
A todas las que fui un día. Gracias...
A mis partes ya muertas. Gracias...
A mi
pasado ya cumplido. Gracias...
A mis partes olvidadas que dejé en lugares que ya no recuerdo. Gracias...
A mis partes que alguna vez se quebraron en miles de pequeños trozos que jamás encontré de nuevo. Gracias...
A mis partes vacías que alguna vez intenté llenar con distracciones, apegos y obsesiones. Gracias...
A mis partes frustradas y enfadadas por los deseos jamás cumplidos. Gracias...
A mis partes que ya no van conmigo y ya ni siquiera me hacen sentido. Gracias...
A mis partes que no quise ni pude abrazar. Gracias...
A mis partes que no se atrevieron a marcar límites por miedo a no ser aceptadas. Gracias...
A mis partes que alguna vez se maltrataron y dejaron maltratar por otros. Gracias...
A mis partes que no creyeron en sí mismas. Gracias...
Es gracias a todas mis pequeñas muertes que hoy hay un nuevo espacio para la oportunidad, la vida y la creación...
Querida y amada versión antigua.
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