14 de diciembre de 2021

Sí al aburrimiento


Nos pasamos la vida a toque de sirena en manos del sistema capitalista y productivo, de aquí para allá como robots y cuando nos paran esta inercia llega el caos, la sensación de vacío y empezamos a buscar infinidades de propuestas para llenar ese hueco.

Lo observo en la actitud de los niños de hoy en día. Ya no ven televisión, ven You Tube y eligen a la carta. Vídeos cortos y con muchas estimulaciones por minuto. Video juegos de partidas rápidas. Ya no tienen que esperar a que acabe la publicidad para poder seguir viendo la película. Y así muchas cosas más. Se están educando en la immediatez, en la elección a la carta y en hiperestímulos. Y todo ello lo están traspasando a todos los ámbitos de su vida y lo considero muy preocupante.

Lo observo en los adultos, por ejemplo, cuando nos confinaron. Buscando muchos de nosotros miles de actividades en casa que nos llenaran las horas. Yoga, cocina, y un largo etcétera. Sobretodo los que no tenían hijos, ya que los que tenemos dos "monstruítos" en casa nos pasaban los días volando y no estábamos para pamplinas. Ellos nos llenaban nuestros minutos e incluso agradecimos en cierta manera el confinamiento porque aprendimos muchas lecciones como padres y madres y nos recordó que el regalo más importante que puedes hacerle a un hijo es tu tiempo.

Me perplejaba ver cómo la gente estaba más preocupada por tener que permanecer encerrada 15 días y rellenar todas sus horas que no por las consecuencias que eso nos podría generar. 

Vivimos de tal manera que sentimos la necesidad de llenar todas nuestras horas de actividades frenéticas y de sentirnos útiles y productivos en todo momento. Y eso lo traslademos durante el confinamiento dentro de cada una de nuestras casas. En vez de simplemente aprovechar la oportunidad de no hacer nada nos pasábamos las horas llenándolas de miles de actividades. You Tube fue el salvador de muchos de nosotros.

Hace tiempo que ya reflexioné sobre todo esto, mucho antes de la llegada de la pandemia. ¿Por qué actuamos así? Pues porque nos han enseñado a ser productivos, a que se nos valore por lo que producimos, hacemos y generamos. Somos lo que producimos y consumimos. Y con esas dos premisas nos definimos.

Y ojo, no sólo somos consumidores de teléfonos móbiles, televisores o coches, también lo somos de ideas, pensamientos y creencias, por eso también buscamos en You Tube todo ese rollo moderno de la espiritualidad o movimientos antivacunas o de cualquier otra índole. Y a través de esta necesidad de consumir también pensamientos y creencias nos meten por un tubo las suyas en vez de generar nuestros propios pensamientos y creencias.

Hemos llegado a tal punto de inercia que hasta nos da miedo parar y el silencio. ¿Por qué? porque en esos instantes de paro y de silencio resulta que dejamos de ser lo que somos el resto de tiempo, y nos sentimos perdidos, sin identidad. 

Por eso des de hace mucho tiempo soy defensora del aburrimiento. Porque el aburrimiento nos pone delante de nuestras narices la oportunidad de dejar de ser por un momento lo que somos el resto del día para empezar a autoconocernos y para atendernos internamente, para redescubrirnos sin el ruido que nos rodea. El aburrimiento te permite conocer tus fantasmas, tus anhelos, tus  miedos, en definitiva conocerte más a ti misma. De hacer balance de tu día a día y de tu vida. Del aburrimiento una aprende muchísimo. No hace falta yoga, ni meditación ni posturas raras, simplemente darte tiempo para aburrirte.

 

- Mamá, estoy aburrido.

- Bien hijo, acabo la cena y voy contigo a aburrirme.

 


 

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