Si los adultos no ven que si la otra persona acaba ridiculizada, no es una broma.
Si los adultos no ven que si el otro no se divierte, no es un juego.
Si los adultos no tenemos claro todo eso, los niños aprendarán que ridiculizar y divertirse del otro sólo es un juego y una broma.
Somos su modelo a seguir. Sólo siguen los patrones que ven en los adultos. Somos los primeros responsables.
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