Soy mujer de muchos conocidos y pocos amigos.
Porque para ser feliz no necesitas a muchas personas, sólo las adecuadas. Y si no las hay, mejor sola.
Soy mujer de muchos conocidos y pocos amigos.
Porque para ser feliz no necesitas a muchas personas, sólo las adecuadas. Y si no las hay, mejor sola.
Si
guardamos nuestro Corazón en lo más profundo de nuestro ser, en
rincones inaccesibles, cerrado a cal y canto entre cuatro paredes y
candado de alta seguridad, será precisamente porque lo consideramos
nuestro tesoro más preciado.
Pero, ¿qué valor puede tener un tesoro si no se comparte? ¿Para qué sirve un tesoro si no se usa y no se comparte?
Por eso a veces es necesario romper paredes y abrir candados, para mostrar el Corazón y compartirlo.
A veces hay que atreverse a dar ese primer salto de valientes.
A veces es necesario mostrar nuestro corazón, por mucho que nos cueste...
A
menudo, demasiado a menudo, esperamos el momento perfecto para… como si
existiera el momento perfecto. Y así nos pasamos años, esperando, hasta
que se nos acaba el aliento y allá lo dejamos, pendiente.
Corremos el riesgo de pasamos la vida esperando.
¿esperar
el momento perfecto?, ¿de verdad? Defíneme perfecto, porque seguro que
cada cuál tiene su definición y se lo imagina de distinta manera. La
propia imperfección puede ser perfecta, pero bueno, ahora no me
enrollaré en eso.
Cuando realizas toda esta reflexión y acabas en
esta conclusión, es cuando te percatas del momento presente y le das su
verdadero valor, y más aún cuando vas observando como van cayendo, una
tras otra, las piezas del ajedrez de tu alrededor.
La rapidez, la inmediatez, la impaciencia, la inercia a anticiparse. Esa que hizo arrojarse a Egeo al mar.
Caminar a solas por la montaña...
De las pocas, poquísimas películas que me han encogido el alma, machacado el corazón y conseguido mojar mis ojos.
"Lo esencial se dice con sencilez"
A veces, sobran las palabras o...
A buen entendedor pocas palabras bastan.
Es así.
Estos días corría por redes sociales un vídeo de una ave de grandes dimensiones que encontraba una pelota de ping pong y se ponía a golpearla en un pavimento duro una y otra vez mientras rebotaba.