"Haz el bien" -llevan sermoneándonos desde lo alto y bajo de un altar desde hace siglos.
"Haz el bien" si quieres entrar en el paraíso.
"Haz el bien" si no quieres que el karma te fustigue. Sí, el karma. Mirad, cuando me lo nombran inmediatamente me viene a la cabeza la imagen de un Dios griego pillín buenorro sentado en lo alto de una nube, con poca vestimenta, y con un boomerang en la mano que te lo lanza a boca jarro en todos los morros a la que haces una fechoría... ¡zasca! La mano inquisidora, dirían algunos.
"Haz el bien"... y qué hay de "hazte el bien"?
El "bien". Algo tan subjetivo y tan relativo en muchas ocasiones. Tan maleable ante los que manejan nuestros hilos y nos sermonean... Y además, ese “bien” y ese “mal” que promulgan no hace más que incrementarnos un sentimiento de culpa a los que intentamos hacer las cosas bien (porque a los que pasan y son villanos, ya ni se plantean que esta bien o mal).
Mirad, pienso lo siguiente. Si haces algo, hazlo porque así te nace, porque eso que haces te depositará una sonrisa en tu interior y te regalará aquella calma, paz y bienestar que tan deseados son en todos los ámbitos de tu vida, y con lo que uno se va tan a gustito a la cama. Y deja a un lado esa etiqueta del "bien" y del "mal".
Si haces algo, hazlo para conseguir que alguien encuentre en nosotros y nuestras acciones el calor, la compañía o la comprensión, o porque quieres intervenir positivamente en la vida de los demás, aunque sea con pequeños gestos (como siempre digo, los pequeños gestos son poderosos). No para ir al paraíso.
No es el "bien" aquello que te dicten a través de un libro, sea moderno o clásico, si no aquello que precisamente al hacerlo te da esa paz y bienestar y que te sienta tan cojonudamente bien (valga la redundancia).
Si haces el bien, no lo hagas ni por ningún Dios, ni por ningún chantaje, ni por ningún karma ni boomerang (o cómo quieran llamarlo). Si existiese ese boomerang todos los villanos tendrían la cara hecha un cromo, y ¿es esa la realidad? Ese karma es un poco cabrón, y no regresa a todo el mundo.
Así que no confíes tanto en ese boomerang y confía en ti y en tu sentido común. Porque hacer el bien no es ser bobo, porque hacer el bien también es darle un par de collejas a más de uno.
Además, no todo el mundo está receptivo a ese "bien" que le regalas.
Por eso siempre digo que yo no "hago el bien", hago lo que "me sienta bien" y que además lo hago con buena intención (o al menos lo intento). No siempre seré “buena”, pero tampoco seré siempre “mala”. Estamos hechos de carne y de huesos, estamos hechos de aciertos y de errores. Por eso siempre, la intención tiene un punto a su favor, ya sea para hacer o para deshacer o remendar cuando nos equivocamos. Y para ello no hace falta que nos lo diga ningún Dios, ningún “líder”, ni ningún libro, ni tu vecino.
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