Fuerza centrípeta, centrífuga, gravitatoria, elástica... la ciencia ha descubierto y puesto nombre a muchas fuerzas que nos están sirviendo para dar explicación a muchos de los misterios de nuestro entorno.
Pero cuando miras más allá de la ciencia, y te preguntas... qué fuerza es aquella que lo mueve todo, aparece la palabra Amor. Sí, una palabra ñoña, ¡qué me tenéis que decir a mí! la mujer que ha repelido más veces en su vida la ñoñería. Pero oye, antes odiaba el color rosa y ahora lo adoro... ¡ROSA POR DOQUIER!
Pero es que es así, el Amor es la fuerza que nos puede mover con más fuerza, a mí, a tí y a todos. Lo que te mueve a actuar o a no actuar, lo que puede poner magia en la cotidianidad, lo que nos puede curar las heridas invisibles, lo que nos da la vida, lo que nos hace creativos. Nos da alas, garras y coraje.
Si lo aplicásemos en todo lo que hacemos, decimos y pensamos, seguro que en este planeta otro gallo cantaría.
Y sí, el amor también nos puede hacer sentir vulnerables o tener temor a él por miedo a quedar expuestos, sin coraza. Pero al final acabas viendo que el Amor no es lo que nos daña, y que vale la pena dejarse llevar (más de lo que lo hago yo, no mentiré), porque vivir un instante de verdadero amor puede valer una vida entera.
Y ¿sabéis qué vale más que el Amor? el Amor en este preciso Instante.
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