22 de enero de 2024

Aprendiendo a bajar las revoluciones

 


Ahora no puedo moverme, debo descansar. Mi cuerpo está dolorido, y mi mente se siente atrapada. Echo de menos calzarme las botas y recorrer caminos, perderme por el bosque, sentir el aire fresco de la mañana y el frío del atardecer de invierno. Echo de menos salir corriendo, saltar, poder poner música y bailar. Echo de menos la libertad, la aventura de mis botas.

Pero sé que esto no es para siempre, que pronto volveré a estar bien. Sé que tengo que cuidarme, que tengo que ser paciente, que tengo que ser fuerte. Sé que hay gente que me quiere, que me apoya, que me espera. Sé que hay un mundo maravilloso que me aguarda, que me invita, que me desafía.

Sé que pronto, muy pronto volveré a calzarme las botas.

Mientras tanto, aprovecharé para hacer otras cosas, descansar y aprovechar la pausa que me ha obligado a hacer la vida. No todo tiene que ser movimiento, también hay belleza en la quietud. Leeré libros que me inspiren, veré películas que me emocionen, escucharé canciones tranquilas. Sí, he dicho canciones tranquilas, calmadas, para que no me vuelva a pasar como me pasó el otro día que, con una canción que me puse movidita, mi cuerpo no se resistió a bailoterar y... ay! crujió!. 

Me cuidaré, me mimaré, me querré. Porque sé que este es un tiempo valioso, un tiempo de aprendizaje, un tiempo de crecimiento. Porque como siempre digo, no hay mal que por bien no venga, que todo pasa por algo, que todo tiene un sentido. Que quizás esta pausa sea una oportunidad, una lección. Que quizás esta pausa sea el principio de algo nuevo, algo mejor, algo más grande... o no.  Quién sabe.

Y aquí sigo echando de menos las botas, pero disfrutando de todo aquello que requiere quietud y que antes, mi inquietud, mi nerviosismo, mis ganas de moverme, me impedían hacer.

Pero, ains... como echo de menos calzarme las botas...

 

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