Pasito a pasito van cumpliéndose mis expectativas, sin prisas.
Una mañana sin tener que hacer nada, da para mucho.
Le estoy cogiendo el gusto de dejarme llevar por las horas, sin preocuparme por la hora. Le estoy cogiendo el gusto de estar tranquila, a solas. Con los gatos, con mi libro, conmigo.
Ha tenido que venir la vida a romperme la espalda para volver a saber lo que es la tranquilidad, la calma, el no hacer nada.
Y le estoy cogiendo el gustillo. Olvidé hace años de qué se trataba, de qué iba eso de no tener que hacer nada. Y no sé si tengo ganas de regresar de allá dónde ahora me fui.
Pasear tranquila, jugar con los gatos, ver pasar las horas con un buen libro sentada bajo el Sol de invierno del jardín. Pasar las horas ma, me, mi, junto a mí.
Aprendo, reflexiono, imagino, me relajo, me entretengo, leo, acaricio el tiempo...
Como un refugio.
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