¿Olvidas o perdonas?
Soy olvidadiza, y soy capaz de perdonar. Pero lo que jamás olvido es la lección que aprendí.
Queda dicho.
Soy olvidadiza, y soy capaz de perdonar. Pero lo que jamás olvido es la lección que aprendí.
Queda dicho.
No hay mejor manera de sumar un año más que en uno de esos pequeños paraisos que nos rodean, en paz, en tranquilidad, en compañía de aquellos que te quieren y a los que tu adoras y con el dulce recuerdo de los que ya se fueron.
A menudo se distraen mis pensamientos en esa llamada, en ese mensaje, en aquellos "te quiero" que hace tiempo que se ausentan.
Pero igualmente, gracias de todo corazón a los que estáis, a los que os habéis ido y tanto me disteis y a los que en la distancia también pensáis en mi. Os tengo a todos, toditos, en mi mente, mi alma (si existe) y mi corazón.
Sigo superando momentos duros, como todo el mundo, y sigo distrayéndome en mis imaginaciones e ilusiones. Y sigo intentando dejar un mundo más justo y sin estereotipos como herencia, aunque sea solo a base de pequeños granos de arena.
Mi deseo, rodearme de corazones enormes, mentes abiertas, aptitudes positivas, con coraje y sin miedo a los fracasos. Capaces de vivir lo más felizmente posible con lo poco que nos quedará como consecuencia de la irresponsabilidad y la maldad de los que ahora estamos tejiendo el presente.
Mi equipaje, buenos zapatos, para seguir pudiendo recorrer el camino que me quede por andar.
Abróchense los cinturones, en breve despegamos rumbo 2024! Un viaje único e irrepetible. Buen viaje a tod@s!
No nos engañemos,
ser sensible en este mundo, en esta vida, juega en tu contra.
Es bonito, es precioso,
lo considero de gran valor como personas,
te permite vivir una vida mucho más llena,
más completa,
pero juega en tu contra,
es así.
¿De qué te sirve ser sensible para poder vivir una vida llena y plena
si después no te dejan?
Y creo que de ello me di cuenta des de bien chiquita.
Veía como mostrar mi sensibilidad no jugaba a mi favor,
al contrario, me hacía pequeñita,
y fuera de contexto.
Ser sensible me hacía ser muy "cuqui",
muy querida,
muy buena niña,
adorable,
pero a la vez muy vulnerable,
y manipulable,
ante un mundo que no tiene compasión.
En esta sociedad
o controlas tú,
o te controlan.
O mandas tú,
o te mandan.
Ojalá no fuese así,
ojalá pudiésemos vivir todos de tú a tú,
pero no es así.
Para entonces jugó a mi favor que,
aunque todavía no sabía lo qué quería,
sí que tenía claro, de forma clara y decidida, todo aquello que NO quería.
Y no quería ser adorable, pero débil,
adorable, pero apartada,
adorable, pero controlada,
adorable, pero usada,
adorable, pero fracasada,
adorable, pero cohibida,
adorable, pero temerosa,
adorable, pero triste.
Y llegados a ese punto,
la lancé,
me despojé de ella,
para no sufrir,
la lancé,
para coger yo las riendas de mi vida,
me la arranqué,
la estrujé,
la metí en un cofre,
cerré el candado,
y las llaves arrojé.
Y ahora que soy fuerte y podría permitirme el lujo de volver a mostrarla,
de tanto que la escondí,
la perdí.
Despojarme de ella igual me ha impedido vivir en apariencia ciertas cosas,
con la intensidad que me hubiese brindado,
y he tenido que pagar el precio de vivir muchas veces en disonancia,
pero despojarme de ella también me ha permitido
luchar y conseguir en este mundo
todo aquello que me he propuesto,
y ser feliz, a mi manera.
Despojarme de ella igual no es grato para las personas de mi alrededor,
faltos de mis besos,
de mis abrazos,
de apariencia fría en emociones.
Pero despojarme de ella también me ha permitido
elegir siempre por mí.
Elegir quién quiero y no quiero a mi lado,
elegir qué vida quiero,
... y elegí hacerme fuerte en un mundo de lobos.
He vivido una vida de apariencia fría,
pero de esencia tremendamente sensible.
Que no aparente sensibilidad
no significa que no actúe conforme a ella,
pues aun teniéndola dentro de un cofre perdida y encerrada
su rastro sigue impregnado en cada centímetro de mi piel,
en cada gota de mi sangre,
en cada célula de mi ser.
Aparentar ser sensible no juega a tu favor,
a menos que antes hayas tomado las riendas de ti y de tu vida.
Despojarte de ella tiene un precio,
pero en un mundo donde comes o te comen
merece la pena, aunque te quedes a medias.
Más vale a medias, que a nada.
Sí, la escondí,
he vivido una vida de apariencia fría e insensible
para sobrevivir y hacerme fuerte,
la escondí, pero no la destruí.
Y ahora que me gustaría volver a mostrarla
ella no quiere o no sabe cómo salir...
Para el próximo año no te deseo un regalo cualquiera,
sino dos regalos que escasean cada vez más en nuestras vidas,
te deseo Tiempo y Oportunidades.
Para no tener que andar con prisas,
poder saborear las delicias,
y poder digerir las amarguras.
Para que puedas crecer y madurar, a su debido tiempo ,
para poder ser cada vez más Tú y poder dejar de ser sólo lo que quieren los demás.
Tiempo y oportunidades,
para poder volver a tener nuevamente esperanza, ilusiones, motivos.
Para encontrar tu lugar en este mundo.
Tiempo y oportunidades,
para amar,
para hacerte de nuevo brillar esos bonitos ojos.
Tiempo y oportunidades,
para perdonarte y perdonar.
Te deseo...
tiempo para tener de nuevo la oportunidad de vivir una vida de calidad y en condiciones.
Os deseo mucho Tiempo, Oportunidades y Chuches para el 2024, verdecill@s.
Una de mis frases de vida:
"Si lloras por haber perdido el Sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas" (R.Tagore).
Con qué facilidad somos capaces de perder de vista las cosas pequeñas, que no menos importantes, por culpa de situaciones tristes, turbadoras o impactantes.
Para mí, no perder de vista las estrellas es no encerrarnos en aquello que nos ha perturbado, entristecido, desmoronado... porque siempre hay un camino para ir hacia algo mejor. Las lágrimas es todo aquello que no nos deja ver ese camino, y el camino son las nuevas oportunidades.
Llora, enrábiate, grita, enfádate, patalea, pero después límpiate las lágrimas y los mocos con la manga de la camiseta para volver a ver el camino. Y no te ciegues sólo en las grandes metas del final de la travesía, aprende a disfrutar y a sacar partido también de las pequeñas cosas de cada etapa.
Buenos días, verdecill@s. Aunque a veces no nos lo parezca, cada nuevo amanecer nos ofrece nuevas oportunidades, y aunque a veces sean pequeñitas no por ello son menos importantes. Un primer pasito puede llevarte también muy lejos.
"Cree en ti y todo será posible"
"Puedes llegar a ser todo lo que te propongas"
"El fracaso no es una opción"
"Un día sin reir es un día perdido"
Y así os podría nombrar decenas de frases denominadas de "autoayuda", aquellas que te piden que hagas siempre buena cara cuando tienes roto el corazón o el aliento hace días que se quedó apagado.
Frases que te empujan a esquivar el dolor, que nos quieren hacer pensar que somos superhombres y supermujeres y que somos capaces de controlar lo que sentimos... je.
Manipulación emocional, tal cuál.
Porque muchas veces, aunque quieras, no puedes.
Otras, aunque luches mucho no lo conseguirás, porque no todos los sueños se acaban cumpliendo. El fracaso también existe, queridos verdecill@s. Y hay que saber lidiar con él y gestionarlo para darle otra perspectiva. Y a mí me costó mucho aceptar el fracaso, pero desde entonces me siento mucho más a gusto.
Así que cuidado con la moda de la autoayuda, de la perversión de la autoayuda, y de lo peligroso que puede ser si nos situamos en ese extremo, igual que también lo sería situarnos en el opuesto, convirtiéndonos en unos apáticos, sin sueños ni esperanzas.
Busquemos el camino discreto que hay justo en medio.
Y aquí estoy yo. como una cabra loca saliendo esta tarde con fiebre a recorrer senderos por la montaña cuando hace más frío que un esquimal cagando cubitos (perdón por las palabras malsonantes, cosa de catalanes hablar así). Sí, porque antes que me "mate" el resfriado que llevo arrastrando hace días, lo mató yo a frío o a palos. Lo siento, pero tenía que hablar de él, es que le estoy cogiendo hasta cariño del tiempo que estoy pasando con él.
Ya está, ya me he ido nuevamente por la tangente. Pues eso.
Busquemos el camino discreto que hay justo en medio, ni superwomans ni supermierdas. Chim pon.
Porque nos educan buscando la utilidad de las cosas y estamos más acostumbrados, y nos es más fácil, asociar las cosas que tocamos a un provecho; y la amistad, una canción o el contemplar un paisaje no lo podemos tocar con las manos.
Además, vivimos en una sociedad consumista y cada vez más superficial, donde nos maravillamos por lo que se toca o por lo que se mide con dinero, dejando anulado todo aquello intangible, todo aquello que el Principito ya nos decía que era lo esencial, y qué además, es lo que permite a la humanidad ser más humana. Pero nos gusta taparnos los ojos, hacer oídos sordos y seguir a piñón fijo sin plantearnos nada.
¿Y qué se nos ocurre hacer para dar valor a todo lo intangible? ¿Cambiar la manera de actuar, de vivir las cosas? No. Se nos ocurre aplicar, replicar, el mismo patrón de actuación: intentar también poseerlas, como si fueran una casa, un coche o la última adquisición de pantalones. Intentamos que las personas, la relaciones y todo aquello que queremos, que amamos, nos pertenezca, como nos puede pertenecer una casa o un coche. Pero lo intangible no funciona así, y el resultado está a la vista en todo ese tipo de relaciones.
Y así, llegamos al punto de ver a mucha gente con mucho dinero, o con smarthphones, patinetes eléctricos, y con todas las novedades del mercado, que aun así siguen siendo infelices. ¿Por qué? Porque no ven que lo importante no es el poseer una cosa sino el aprender a disfrutarla. Aprender a disfrutar de la parte intangible de cada cosa, de cada persona.
El consumismo nos lleva a comprar más, a tener más, pero como podéis ver a vuestro alrededor, una vez ya tenemos cubiertas nuestras necesidades básicas, tener más de todo ya no nos aporta más felicidad. En seguida nos cansamos de las cosas, porque compramos y compramos, más y más cosas, sin haber aprendido a disfrutarlas, ni les dedicamos el tiempo necesario. Y allá vamos, en busca de la felicidad a través de más y más posesiones.
Sólo aprendiendo a disfrutar de las cosas, consigues ser feliz con lo que tienes sin tener que desear constantemente más. Pero ello requiere también de un aprendizaje. Ello requiere cambiar la perspectiva.
Yo, me quedo con el brillo de tu mirada, la melodía de tu voz, el sonido de las carcajadas, las noches de verano contemplando las estrellas des de lo alto de la montaña, el murmuro del mar, el frescor del río en tus pies, la imaginación que surge de una buena lectura o la sobremesa de un agradable encuentro con los amigos.
Se es más feliz cuidando relaciones que te suman, que comprando coches o acumulando dinero.
🌻 Gaia, en continuo aprendizaje 🌻
A veces la vida nos sorprende positivamente a través de personas que sin llevar alas en su espalda traen polvito de hadas en sus bolsillos para regalar bondad y momentos de felicidad a nuestros caminos.
Déjate inundar de su magia aunque sea sólo un instante, o a ratitos. Porque la vida no sólo son "peros" y contras, a veces son 'a favor' y hay que también aprender a disfrutar y aprovechar esas oportunidades y momentos.
Buenos días verdecill@s!
Salida de la escuela. De camino a casa, con el avi Francisco y mi hermano, nos deteníamos en aquel pino tan grande a recoger un puñado de piñones para aplastar con una piedra que teníamos guardada en el jardín para esas ocasiones. Todavía recuerdo aquel gusto tan delicioso, y también el gusto amargo de aquellos que ya estaban pasados.
Después, un rato de deberes. Cada tarde, puntuales, ya les veía llegar, uno a uno, a través de la ventana del comedor de mis abuelos. Primero Juan, el Manco, cargado con aquella bolsa de piel llena de bolas de petanca. Siempre era el más puntual. Después iba apareciendo Luís, su hijo, un año más pequeño que yo. Juan empezaba el ritual de limpiar una a una cada bola plateada, con aquel trapo amarillo con rallas marrones que siempre estaba tan limpio e impecable. Todavía venden esos trapos, pero ya no se estilan.
Más tarde, y sin prisa, a paso calmado, salía mi abuelo Francisco, cargando su bolsa de cuero de petanca, la negra. Y así, uno a uno, se iban incorporando los demás mientras yo me afañaba en acabar rápido los deberes y los estudios para no llegar tarde a la cita de la petanca.
Recuerdo también al Sevillano, un personaje redondito y bajito, que lanzaba las bolas con una precisión milimétrica y una fuerza descomunal. Patapaaam. Todavía recuerdo aquel intenso sonido de sus bolas chocando contra las de sus adversarios haciéndolas saltar lejos del terreno de juego. Con él hacía un buen equipo, yo era precisa en la puntería, él en hacer salir disparadas las bolas de los contrincantes.
Y así pasábamos las tardes. Un puñado de ancianos y dos niños de corta edad, Luís y yo. Dos generaciones unidas por un juego: la petanca. En el campo de piedras. En aquella época todavía no se estilaban los campos de petanca y cualquier campo abandonado se convertía en pista.
Entonces no eran ni las videoconsolas, ni las tablets, pues ni existían, sino aquellos juegos de calle, como la petanca. Adoraba, amaba a todos esos abuelos. ¡Cómo les recuerdo! ¡Cómo se me salen las lágrimas al recordarlos, combinación de tristeza y de alegría al mismo tiempo! ¡Cómo les echo de menos! Aquellas tardes de petanca, en el campo de piedras... con ellos, con mi avi.
Ahora que se acercan unas fechas tan especiales para muchos de nosotros, de reencuentros, de sobremesas, de eso que llaman espiritu navideño, toca hablar de lo que también no es.
Ama a tus seres queridos, sean familiares, amigos, pareja... ámalos siempre que sumen, pero aléjate si te restan. No por ser familiares o allegados deben tener el derecho eterno e inamovible de ser amado, seas hijo, hija o cualquier otro parentesco.
Porque hay familias que están con nosotros solo cuando les conviene y seguir usándonos en nombre de la sangre que nos une. Hay familias que simplemente estarán contigo para hacer el 'paripé' o por 'el qué dirán'. Hay familias tan tóxicas, dañinas e hirientes que la distancia se convierte en el único camino si quieres evolucionar y abrirte un camino más sano, y por consiguiente feliz.
Así que dejemos de romantizar a familia, amigos, parejas,... y seamos capaces de poner límites sean quienes sean. Dejemos de pasar por el tubo de todo el paripé de la Navidad obligándonos a ir a comilonas y cenas con gente que no te trata bien, que no te aporta, que el resto de año ni se acuerdan de ti, o con la que no te sientes bien, simplemente porque sea tu familia o allegado.
Hace falta ver también las sombras de nuestro árbol genealógico o de amigos o pareja, para ser capaces de alejarnos de lo que nos hace daño. Para ello sólo hace falta unas cuántas cosas, algunas de ellas son dejar de pensar en el qué dirán, empezar a pensar en ti y en que tu tiempo es el regalo más preciado que puedes ofrecer como para ir entregándoselo a gente que no se lo merece, restándolo de aquellos que verdaderamente son merecedores.
Sí, no me avergüenza decir que me encanta la Navidad, no por su significado religioso, sinó por su ámbito cultural. Buscar el tió, alimentarlo y cagarlo, ir a ver a los Reyes Magos, comer turrón Schuchard o aquel de yema de mi pastelería favorita, adornar el árbol, montar el belén, iluminar el balcón y... pasar las tardes de sobremesa jugando al bingo y a juegos de mesa junto al fuego a tierra, recordar a los ausentes mirando sus sillas vacías, montar la fiesta en casa con los amigos para Nochevieja y reir hasta que se me desencaja la mandibula, o hacer incluso alguna escapada.
Pero me gusta la Navidad junto a mi gente real, cercana, que está también el resto del año, aunque sea en la distancia y que, aunque pase tiempo sin poder vernos, nos valga cualquier nuevo encuentro para que parezca que nos vimos ayer mismo.
A veces menos, es más.
Llorar también es sano y ayuda a sanar nuestro corazón, dónde hay dolor hay aprendizaje y dónde hay abuso hay límites.
Aunque a pasos pequeños, he ido aprendiendo a pedir lo que necesito, a expresar mis emociones.
Amo sin esperar cambiar a nadie y mucho menos para creerme mejor.
Si deseo volar, busco mis alas, esas que he ido construyendo a base de cada una de mis vivencias y de reconstruirme el corazón roto una y otra vez, para así volar hacia un lugar mejor.
Y con esas alas, volar y volar, en busca de nuevas experiencias capaces de calmar mi sed de odio o tristeza.
Siempre intentaré volar alto y feliz con quienes elijan volar conmigo, aspirando a un mundo libre de culpas y cargas que no nos dejan sentir el verdadero amor.
Me encontrarás en lo real, en lo positivo, en el amor, en el progreso.
Me encontrarás volando, a veces con alas maltrechas, otras con unas alas deslumbrantes, volando en esta corta, larga o eterna vida. Y si algún día se me resquebrajan del todo, no me quedará otra que seguir este viaje... andando, a veces llorando, a veces sonriendo, a veces cabizbaja, a veces a lo loco, hasta volver a reconstruirme las alas. C'est la vie.
Un oasis de pura conexión. Así es cómo me haces sentir. Cómo aquel trotamundos sediento del desierto que encuentra un oasis repleto de agua fresca.
Desconectar para conectar.
Como un paréntesi dónde crecer, dónde aprender, dónde conectar de tú a tú, a bocajarro. Un lugar dónde descubrir. Un paréntesi de bienestar, y a veces de tormenta. Pero de esas tormentas que después te regalan aire fresco.
Un oasis dónde lo más importante no es conocerse el uno al otro, sinó a uno mismo, redescubrirnos para después compartir nuestros hallazgos.
Cada encuentro es revelador, y al finalizar agradezo tu presencia, tu confianza, tu estar. Me siento afortunada de haber podido colarme un ratito en tus días y de haber empezado y emprendido este desconocido, extraño, duro, desconcertante, pero maravilloso camino juntos. Un viaje de puro aprendizaje, de cosas nuevas, y de una montaña rusa de sentimientos y de emociones. Pura adrenalina. Pura conexión. Un viaje inexplicable.
Un viaje del que creo que ni tú ni yo podremos decidir el final.
Aún las turbulencias, gracias por permitirme estar y por todo lo que tú me das.
- Gaia, estás en la parra
- Gaia, tienesbla cabezas llena de pajaritos
- Gaia, pon los pies sobre el suelo
No os preocupéis por mis pies, tengo unos buenos plomos en ellos que me devuelven siempre a tierra firme después de mis viajes al hiperespacio.
La ficción, la imaginación, los sueños, no son sólo algo que nos haga escapar de la realidad, evadirnos, divertirnos en nuestros ratos de aburrimiento, sino que también nos ayuda a comprender ideas que no son posibles concebir en la realidad, en tu realidad.
La fantasía nos ayuda a concebir lo inconcebible, a visibilizar la inmensidad, tanto en las cosas buenas como malas, una inmensidad que en la realidad la tenemos limitada y en la fantasía es mucho más amplia.
Con esas fantasías muchas veces llenas la vida de magia, pero es que ¿a caso esta vida no está llena de magia, de cosas que en un principio te son inconcebibles?
Las fantasías también son capaces de revelarnos cosas que no sabíamos sobre nosotros, nos permiten visibilizar diferentes escenarios que más adelante podrían hacerse realidad y así llegar a lugares que a día de hoy ni se nos pasó por la cabeza.
Las fantasías, la imaginación, te agranda la vida.
Si queremos dibujar, o dibujarnos, un futuro diferente, ¿a caso es posible hacerlo sin antes haberlo imaginado?
Así que, sí, abrid las alas o subid al cohete, y nunca dejéis de volar.
Buen viaje querido verdecill@s.
"La ficción revela verdades que la realidad oculta"
JESSAMYN WEST
Nos queríamos,
a nuestra manera, pero nos queríamos.
Juntos no oíamos el tic tac del reloj,
las palabras nos enmudecían,
y los silencios nos gritaban.
Una pequeña chispa era capaz de incendiarlo todo,
y nos regocijábamos entre las brasas,
alejados de todo y de todos.
Pienso en las cosas que no nos pudimos decir y en las otras muchas que ya nunca nos diremos.
Contigo me sentía curiosa, traviesa, voladora, vivaz, vulnerable, dichosa,
y sin ti los meses de invierno ahora se hacen más largos.
Nunca dejéis un te quiero para mañana.
Si el Universo es infinito, el conocimiento es ilimitado.
Pero, ¿y el aprendizaje? ¿es también ilimitado para cada uno de nosotros?
Con los años te das cuenta que lo que verdaderamente te hace crecer no son los libros (o al menos exclusivamente los libros) sinó la curiosidad, la superación de desafíos, nuestro autoconocimiento, nuestras relaciones y nuestras aspiraciones.
La curiosidad te hace plantearte preguntas en busca de respuestas, y muchas veces serán esas preguntas, y no tanto las respuestas, el verdadero motor de tu crecimiento y desarrollo tanto intelectual como emocional. Así que no te quites nunca el gorro de Sherlok Holmes ni la lupa, ni te quedes anclado siempre en las mismas creencias y valores.
En nuestra vida, queramos o no, se presentarán obstáculos, desafíos, piedras en el camino, desastres, o cómo tú prefieras llamarlo. Es inevitable. Y la superación de todos esos desafíos te harán pasar de nivel como lo hace Dr Smolder Bravestone en Jumanji. Lo que no mata, engorda, en este caso no los kilos sinó el aprendizaje.
Tan importante es hacer preguntas externas como a nosotros mismos, porque sin reflexión tampoco hay aprendizaje. Sin reflexión lo único que haces es tragar sin masticar e incorporar cosas en tu vida sin discernir ni ser consciente de ellas. Lo cuál te puede ocasionar en más de una ocasión una incómoda indigestión. Hay que preguntarnos quiénes somos, quiénes queremos ser, y encontrar nuestras fortalezas en nuestras debilidades y encontrar nuestras debilidades en nuestra fortalezas. Sé un poco Sócrates.
La relación con los demás también nos aporta aprendizaje. Somos seres sociales. Siempre he creído que a una persona totalmente aislada siempre le faltará una de las patas de la silla, que es ese aprendizaje basado en las relaciones con los demás, familiaries, amistades, parejas, compañeros... Esas relaciones te permiten ver cosas que a solas no serías capaz de apreciar y te aportan nuevas motivaciones o perspectivas. No dejes de ser "red social".
Soñar, tampoco dejes nunca de soñar. Los sueños y la imaginación son el primer paso hacia las metas. Y son esas metas las que nos darán ese impulso necesario para seguir avanzando, nos aportarán esos desafíos. Pero desdramatiza si no consigues esas metas, y observa que el simple camino muchas veces ya te vale. Sé un Forrest Gump.
Y aquí ando yo, nuevamente, escribiendo sobre lo que voy aprendiendo. Como decía mi abuela, nunca es tarde si la dicha es buena.
Gaia, en continuo aprendizaje...
Buenos días verdecill@s!
Delante de preguntas difíciles de responder existen tres tipos de personas.
1. Las personas que están segurísimas de todo y tienen respuestas para todo. Son aquellas que se engañan y engañan a los demás pensando que saben todo lo que deben saber.
2. Las personas indiferentes. Aquellas que huyen de esas preguntas, renunciando a saber más, a progresar. Véase fotografía de abajo 👇
3. Las personas que ni son indiferentes, ni están seguras de nada, y que nunca se cansan de buscar las respuestas.
Y tú, ¿cuál de ellas eres?
¿Cuál es mi realidad?
La que muchos esperan.
La de mis intentos a pesar de muchas veces el cansancio.
Mi realidad, medio camuflada.
O lo que yo veo...
Viviendo a veces flotando en una nube, ligera como una pluma, y otras arrastrando los pies, intentando sostener mi cuerpo, que por mucho que una le escuche, hay momentos en la vida donde las cosas se amontonan una detrás de otra.
A veces nos creemos personajes de circo, intentando hacer malabares, buscando hasta debajo de las piedras los polvitos mágicos.
Pero todo pasa, no por los polvitos mágicos, no porque pase el tiempo, sino porque el tiempo te desdramatiza el 99% de las cosas, y te muestra lo mucho que a veces te preocupas por cosas que en verdad son superfluas e irrisorias.
Y nuevamente te relajas, respiras fondo, la batería se te recarga, recoges la siembra, la metes en una cesta, la digieres, la disfrutas... la disfrutas.
¿Os habéis fijado lo fácil que se digieren las críticas y lo mucho que nos cuesta recibir lo positivo y saber que es merecido? Pues eso, abrid también los brazos a lo positivo pues también os lo tenéis merecido. De lo malo se aprende, pero de lo bueno... TAMBIÉN.
Como en la naturaleza, todos son ciclos.
Buenos días verdecill@s!
En cualquier relación que podamos tener en esta vida, sea de la índole que sea, es imprescindible la comunicación. Expresar, expresar nuestras necesidades, nuestras sensaciones, qué nos hace felices, que nos molesta, a dónde no llegamos...
Familia, amigos, compañeros,... no podemos pretender que con un supuesto "ya lo sabe, ya me conoce" nos sean dadas las cosas mágicamente.
Porque no somos adivinos, por eso es imprescindible comunicarnos de alguna manera para poder acompañar, acompañar con harmonía, sin sufrimientos innecesarios fruto de dejarnos llevar sólo por el azar de nuestras interpretaciones.
Que tengáis buen día, verdecill@s!
Se ha hecho viral la noticia que familias se están organizando por grupos de WhatsApp y telegram para pedir la prohibición de móviles a menores de 16 años.
Pues bien, os dejo mi opinión. Intentaré resumirla, aunque no es fácil, pues es un tema complejo que daría para muchas páginas o charlas.
Pero mi resumen sería: “Lo que se tendría que hacer es educar en el uso de las nuevas tecnologías”. Y sentido común.
Pero claro, admitir eso supondría admitir que los padres y madres no sabemos educar a nuestros hijos, y así, pues, mejor culpar a la tecnología, ya sea móviles o la violencia de los videojuegos.
¿O es que queréis regresar a vuestros hijos a la edad de piedra para vivir en una sociedad repleta de tecnología? a mí eso no me cuadra para nada. Seamos consecuentes en nuestras decisiones. Si como sociedad queremos avanzar con el uso de la tecnología, tendremos que ser consecuentes en todos los aspectos.
Sobre lo de “no necesitan móvil hasta los 16 años”. Y, ¿los adultos?, ¿necesitamos tanto los móviles cómo los estamos haciendo servir? Porque ahí andamos, enganchados a ellos, día y noche, muchas veces viendo chorradas. Entonces, ¿no nos lo tendríamos que prohibir también nosotros? ¿Consideráis que los móviles no son perjudiciales para los adultos? Cenas mirando más al móvil que a la cara del acompañante, conciertos vistos des de la pantalla del móvil por grabarlos, etc.
Así que no seamos hipócritas.
Por otro lado, ¿hablamos de llamadas o hablamos de redes sociales, You Tube y aplicaciones? Empecemos por aquí. Los móviles también son para llamar y recibir llamadas, no lo olvidemos. Que nuestros hijos tengan conexión a internet y acceso a determinadas aplicaciones es responsabilidad nuestra, de las MADRES Y PADRES, que además somos quienes se lo pagamos, sobre todo a esas edades tempranas.
El problema a lo mejor no son los móviles, sino en responsabilizar a los padres de ponerlos en manos de niños sin más, sin ni haber tenido una charla con ellos, sin control, sin haber establecido previamente unos límites tanto en horarios como en uso, y comportamiento ante redes sociales, etc.
Depende de nosotros, los adultos, la educación en el uso de esos aparatos como en el uso de los patinetes eléctricos, en las motocicletas y en todo aquello que usan a diario.
De la misma manera, depende de nosotros, los adultos, que nuestros hijos sean capaces de sacar de sus vidas a aquellos “amigos” que los apartan por no tener móvil. Eso mismo nos pasaba a nosotros de jóvenes con los cigarros, si no fumabas eras la rara, pero eso no hizo que empezara a fumar, sino que apartara a esas personas que por no fumar me miraban rara o me apartaban, ya que no me convenían o convencían por como yo era entonces. Y lo mismo pasaba si no podías salir hasta tan tarde etc. etc. Así que ¡no!, la decisión de dar un móvil o no a nuestros hijos no tendría que ser tampoco esa, para que no sean discriminados, y si no es así, y verdaderamente quedan discriminados por todo el mundo por no tenerlo, entonces vaya mierda de juventud y sociedad nos está quedando, y eso no es causa de los móviles.
Además, detrás del "mal" comportamiento o "mal uso" de nuestros hijos del móvil ¿os habéis parado a pensar que a lo mejor hay toda una serie de carencias y que el móvil solo es un espejo de ellas? Igual es ahí donde deberíamos hacer hincapié como educadores.
Somos adultos, así que dejemos de comportarnos como niños y no dejemos que el sistema nos trate como niños. ¡Esta sociedad necesita crecer! Y no se crece dejando en manos de los demás nuestras responsabilidades y nuestras decisiones.
Que cada familia decida por sus hijos, pero eso sí, que sea consecuente y se responsabilice de sus decisiones. Porque sólo responsabilizándonos, que, no culpándonos, seremos capaces de aprender y enmendar los errores que vayamos cometiendo con nuestros hijos, que de haberlos los hay y siempre los habrá.
Prohibir nunca es la solución, a lo que yo añadiría, prohibir nunca será la solución definitiva de un problema.
Formarnos, aprender y educar, educar, educar, educar y educarnos.
¿Vosotr@s qué opináis? ¿habría que prohibir los móviles a menores de 16 años?
Es más sabio el que sabe que no sabe casi nada que el que cree saberlo todo sabiendo muy poco.
Porque detrás del hecho de ser consciente que se sabe poco existe un gran conocimiento que hizo falta para llegar hasta esa premisa.
"Sólo sé que no sé nada" (Sócrates)
No te escondas, sé que estás ahí detrás,
entre capas y capas de bruma espesa.
Sí, todos tenemos ese algo especial,
eso que nos hace brillar por encima de todo lo demás,
muchas veces oculto a las miradas.
Pero es que no es siempre cuestión de mostrarlo o no mostrarlo,
sino que los demás sepan buscarlo, encontrarlo y valorarlo.
Aún las adversidades o los momentos oscuros que me depara la vida, sigo dejando espacio para quién quiera sentarse a mi lado.
Vivimos en un mundo en el que muchas veces la distancia entre lo que nos mostramos y lo que somos es más larga que los quilómetros que nos separan.
Qué difícil es encontrar hoy en día a personas que emitan su propia luz y no la del falso reflejo de unas pantallas o cuentas de instagram.
Y cuántas Verdaderas Bellezas habrá escondidas tras esos perfiles por no ser capaces de mostrarlas.
A esas personas dañadas por esta putrefacta manera de actuar humana no les vayas con frases bonitas sacadas de las redes sociales. Ni con promesas espirituales. Ni con promesas imposibles de cumplir, seamos sensatos. Esas personas ya perdieron hace tiempo su camino. Aquel daño ya es irreversible, porque ya nunca volverán a ser lo que eran y seguramente ni querrán serlo. Necesitan verdades, soluciones prácticas y un poquito de compañía agradable, que les permita ir saliendo día a día de su pozo, no para volver a ser los de antes, sinó para al menos volver a tener la fuerza para sobrevivir humanamente de este mundo tan inhumano.
¿Quién no ha visto algún anuncio del tipo “Lucha contra los signos del envejecimiento”, “crema antiarrugas” o “crema antiedad”?
Luchar es tener que hacer un esfuerzo para eliminar algún mal, por lo tanto, cuando decimos “luchar contra los signos del envejecimiento” estamos diciendo que esos signos son malos y que son algo que debemos evitar y eliminar. Y, ¿hay algo más anti natural que luchar contra la edad?
El prefijo “anti” denota oposición, entonces anti edad es lo contrario de hacer años, o sea, sería no cumplir años, y creo que sólo hay una manera de no cumplirlos, y no sé si nos interesa…
La voluntad de conseguir la eterna juventud viene de hace mucho tiempo, sino pensad en Cleopatra, por ejemplo, o en la continua búsqueda del elixir de la juventud, esa fórmula que consiga mantenernos jóvenes. Todo ello ha creado un ideario que se ha ido transmitiendo en nuestro lenguaje y manera de pensar. Un lenguaje y manera de pensar en el que ser joven es algo deseable, bueno y positivo. Y ser viejo es malo. Pensad por ejemplo en la frase “me siento joven” o en la frase “aparentas más”. La primera la consideramos algo “bueno”, elogiable, la segunda algo malo.
Y llegados a este punto, si no podemos evitar envejecer lo tenemos que disimular. Porque podemos ser viejos, pero no podemos hacernos viejos. No sé si me entendéis. Y miramos de disimularlo físicamente, con maquillaje, gimnasio, operaciones estéticas… y esta tiranía siempre se ha encarnizado sobre todo con las mujeres, aunque en los hombres también va en crecimiento. Aunque me dirigiré más a las mujeres, por ser yo también mujer, y por lo tanto conocer más el tema des de esa perspectiva.
Mujeres que deben mantenerse perpetuamente deseables, y, además, de las que su físico y apariencia dependerá muchas de las profesiones o éxitos en su vida, porque parece que si te ves vieja no te cuidas.
Sí, hoy en día se habla de esa voluntad de cambiar las cosas, pero todavía la realidad dista mucho de ello, porque cuesta atreverse a correr el riesgo de no gustar, de no gustarse.
Hablemos del lenguaje. Hemos normalizado, como decía antes, que la palabra vieja y viejo sea considerada peyorativa. Por eso tendemos a decir “personas grandes o mayores”, ancianos, personas de edad… para evitar decir viejo o vieja. Porque viejo y vieja se relaciona con una idea negativa.
Pero ser viejo o vieja no significa ser algo malo porque también implica un montón de cosas buenas. Serenidad, sabiduría, poder decir y hacer lo que te da la gana, etc.
Fijaos. Es habitual decir “me siento joven” en vez de decir “me siento bien”. ¿Por qué sentirse joven es bueno y sentirse viejo malo? Hay jóvenes muy cascados y viejos que están en lo mejor de su vida. Sí, cuando te vas haciendo mayor pierdes visión, oído, etc.… pero cuando eres joven tus sentimientos y pensamientos están hechos un lío, tienes la impresión que te falla todo o que te falla todo el mundo, a veces no sabes por donde navegas, te equivocas mucho más, así que tampoco estás bien del todo.
“La juventud, divino tesoro”, “pareces más joven”, “qué bien te conservas” o “quién tuviera tu edad” son frases que consideramos positivas. Y mientras consideremos frases como “viejo verde” ,”boomer”, como insultos o algo peyorativo nunca seremos capaces de considerar que cumplir años es bueno.
Otro tema es que cuando somos jóvenes nos cuesta identificarnos con los viejos. Como muchas cosas están pensadas para prometernos la eterna juventud y todo está diseñado para los jóvenes, tenemos la sensación que nosotros nunca nos haremos mayores y nunca queremos llegar a serlo porque parece que los viejos molestan, y se apartan. Molestan, se apartan y se invalidan, en parte por nuestra condescendencia y en mayor parte porque son la evidencia de todo lo que este sistema, esta gran industria llamada sistema, se empeña a esconder.
Apartamos, escondemos, invalidamos… aquí, porque en otras culturas más orientales es lo contrario, la vejez se venera, ser viejo significa sabiduría y tener edad es un valor.
Es por todo ello que considero que esa tiranía de la juventud nos dificulta que seamos capaces de aceptar y asumir cada una de nuestras edades cuando, fijaos, precisamente uno está verdaderamente bien cuando acepta su edad. Vaya incoherencia ¿verdad?
Nos condenamos cuando no somos capaces de asumir nuestra edad y no nos gustamos a nosotros mismos. Gimnasio, cremas, dietas… todo ello porque no nos gustamos a nosotros mismos porque esos cánones de belleza que tenemos en esta sociedad están basados siempre en ser joven.
¿Cómo remendar todo ello? En este punto llego siempre al mismo lugar: educación. Habitualmente cometemos el error de no explicar a nuestros hijos el valor de la vejez. Ahora apartamos a los viejos porque los consideramos una molestia y cada vez son más niños y niñas los que no conviven con viejos y viejas. Falta formación sobre lo que significa ser mayor, viejo, y eso lleva a lo que ahora estamos viviendo, jóvenes sin ningún respeto a la gente mayor y que quieren darles lecciones (¡jajaja lecciones!) cuando no tienen ni idea comparada con el conocimiento de la gente de más edad.
Sé que el lenguaje no cambia la realidad, pero sí sé que contribuye a mostrarla y a verla de una manera determinada.
Y al final siempre acabo hablando de educación y de cómo transmitimos determinados valores en esta sociedad, pero es que lo considero muy importante y es una gran responsabilidad para las madres y padres de hoy en día si queremos que las cosas cambien en un futuro.
No tengamos ningún tipo de problema en decir: ME ESTOY HACIENDO VIEJA. Sí, ME ESTOY HACIENDO VIEJA.